lunes, 29 de abril de 2019

Locus amoenus 13

Ciprés (Cupressus sempervirens) de la ermita del Calvario, Torredonjimeno, foto: Antonio Erena, 28.04.19
I
Salen los niños alegres
de la escuela,
poniendo en el aire tibio
del abril canciones tiernas.
¡Qué alegría tiene el hondo
silencio de la calleja!
Un silencio hecho pedazos
por risas de plata nueva.

II
Voy camino de la tarde,
entre flores de la huerta,
dejando sobre el camino
el agua de mi tristeza.
En el monte solitario,
un cementerio de aldea
parece un campo sembrado
con granos de calaveras.
Y han florecido cipreses
como gigantes cabezas
que con órbitas vacías
y verdosas cabelleras
pensativos y dolientes
el horizonte contemplan.
¡Abril divino, que vienes
cargado de sol y esencias,
llena con nidos de oro
las floridas calaveras!

Federico García Lorca, «Canción primaveral», de Libro de poemas (1921)

jueves, 25 de abril de 2019

Revolução

Anuncio en Tomar del banco Millennium con José Mourinho
Foto: Antonio Erena, 8.12.11
José Afonso interpreta su canción Grândola, Vila Morena, archivo Rtve (audio)

Grândola, vila morena
Terra da fraternidade
O povo é quem mais ordena
Dentro de ti, ó cidade

Dentro de ti, ó cidade
O povo é quem mais ordena
Terra da fraternidade
Grândola, vila morena

Em cada esquina um amigo
Em cada rosto igualdade
Grândola, vila morena
Terra da fraternidade

Terra da fraternidade
Grândola, vila morena
Em cada rosto igualdade
O povo é quem mais ordena

À sombra duma azinheira
Que já não sabia a idade
Jurei ter por companheira
Grândola a tua vontade

Grândola a tua vontade
Jurei ter por companheira
À sombra duma azinheira
Que já não sabia a idade

Grándola, villa morena,
tierra de fraternidad;
el pueblo es quien manda más
dentro de ti, oh ciudad.

Dentro de ti, oh ciudad,
el pueblo es quien manda más;
tierra de fraternidad,
Grándola, villa morena.

En cada esquina, un amigo,
en cada rostro, igualdad;
Grándola, villa morena,
tierra de fraternidad.

Tierra de fraternidad
Grándola, villa morena;
en cada rostro, igualdad,
el pueblo es quien manda más.

A la sombra de una encina
que ya no sabía la edad
juré tener por compañera,
Grándola, tu voluntad.

Grándola, tu voluntad
juré tener por compañera
a la sombra de una encina
que ya no sabía la edad.

        José Afonso, Grândola, Vila Morena
trad. Antonio Erena

martes, 23 de abril de 2019

jueves, 18 de abril de 2019

Manos (2)

¿Diego de Mora?, Jesús del Rescate (detalle de las manos)
iglesia de la Magdalena, Granada
Primer Viernes de Marzo, anterior entrada del blog

Cuando en mis manos, Rey eterno, os miro,
y la cándida víctima levanto,
de mi atrevida indignidad me espanto,
y la piedad de vuestro pecho admiro.

Tal vez el alma con temor retiro,
tal vez la doy al amoroso llanto;
que, arrepentido de ofenderos tanto,
con ansias temo y con dolor suspiro.

Volved los ojos a mirarme humanos;
que por las sendas de mi error siniestras
me despenaron pensamientos vanos.

No sean tantas las miserias nuestras
que a quien os tuvo en sus indignas manos
vos le dejéis de las divinas vuestras.

                                             Lope de Vega, Temores en el favor

miércoles, 17 de abril de 2019

Pies

Manuel González de los Santos el Granadino, El Buen Pastor (detalle de los pies)
Oratorio de la Santa Cueva, Cádiz
Foto: Antonio Erena (16.11.14)
Pastor que con tus silbos amorosos
me despertaste del profundo sueño;
tú, que hiciste cayado de ese leño
en que tiendes los brazos poderosos,

vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño
y la palabra de seguirte empeño,
tus dulces silbos y tus pies hermosos.

Oye, pastor, pues por amores mueres,
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendidos eres.

Espera, pues, y escucha mis cuidados;
pero ¿cómo te digo que me esperes,
si estás para esperar los pies clavados?

Lope de Vega

lunes, 15 de abril de 2019

Visión

El obispo de Jaén Félix Romero Mengíbar reza ante una de las cruces del Calvario de Torredonjimeno
repuestas tras ser destrozadas en la Guerra Civil, c. 1955 (¿qué mira el niño en primer plano, abajo, a la derecha?)

jueves, 11 de abril de 2019

Gastromanía 28

Ochío de la panadería Siles de Jaén
Foto: Antonio Erena (4.03.19)
Este año la campanilla no sonó y los ochíos no han venido.
¿Qué pasará a Leocadia? ¿Estará enferma?
Esta deserción resulta inexplicable.
Al día siguiente, al salir de los oficios de Jueves Santo, doña Presentación se encontró con su hermana.
Te ha llevado a ti los ochíos Leocadia?
No, los ochíos tampoco habían llegado a casa de su hermana. Sin duda ocurría algo, y grande, para esta ausencia.
Había que suplirla y ambas se fueron al horno de la calle de los Romeros. ¡Qué jabardillo reinaba allí! Estaba atestado de mujeres y un vaho dulzón, casi empachoso, de pan caliente y bollos de aceite trascendía a la calle. Encargaron que les enviasen un par de docenas a cada una, pero, ¡qué diferencia!, no se podían comparar ni en tamaño ni en primor con los de Leocadia.
Porque ochío viene de ocho. Que de un pan salen ocho, y así los hacía la hortelana sin merma alguna, con la harina mejor cernida y el aceite desahumado con su corteza de limón. Y hoy ya no sabemos cuántos salen de un pan de masa, pero a juzgar por el tamaño, más se acercan a los dieciséis que a los ocho. ¡Hasta de nombre habrá que cambiarlos!

Rafael Ortega y Sagrista, «Los ochíos»,
Escenas y costumbres de Jaén (fragmento)

Primero dije que no; pero luego, sin saber por qué, volví de mi acuerdo. Mandó mi madre por uno de esos bollos, cortos y abultados, que llaman magdalenas, que parece que tienen por molde una valva de concha de peregrino. Y muy pronto, abrumado por el triste día que había pasado y por la perspectiva de otro tan melancólico por venir, me llevé a los labios unas cucharadas de té en el que había echado un trozo de magdalena. Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las migas del bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. Un placer delicioso me invadió, me aisló, sin noción de lo que lo causaba. Y él me convirtió las vicisitudes de la vida en indiferentes, sus desastres en inofensivos y su brevedad en ilusoria, todo del mismo modo que opera el amor, llenándose de una esencia preciosa; pero, mejor dicho, esa esencia no es que estuviera en mí, es que era yo mismo. Dejé de sentirme mediocre, contingente y mortal. ¿De dónde podría venirme aquella alegría tan fuerte? Me daba cuenta de que iba unida al sabor del té y del bollo, pero le excedía en mucho, y no debía de ser de la misma naturaleza. ¿De dónde venía y qué significaba? ¿Cómo llegar a aprehenderlo? Bebo un segundo trago, que no me dice más que el primero; luego un tercero, que ya me dice un poco menos. Ya es hora de pararse, parece que la virtud del brebaje va aminorándose. Ya se ve claro que la verdad que yo busco no está en él, sino en mí. El brebaje la despertó, pero no sabe cuál es y lo único que puede hacer es repetir indefinidamente, pero cada vez con menos intensidad, ese testimonio que no sé interpretar y que quiero volver a pedirle dentro de un instante y encontrar intacto a mi disposición para llegar a una aclaración decisiva. Dejo la taza y me vuelvo hacia mi alma. Ella es la que tiene que dar con la verdad. ¿Pero cómo? Grave incertidumbre ésta, cuando el alma se siente superada por sí misma, cuando ella, la que busca, es juntamente el país oscuro por donde ha de buscar, sin que le sirva para nada su bagaje. ¿Buscar? No sólo buscar, crear.

Proust, Por el camino de Swann,
En busca del tiempo perdido (fragmento)
trad. Pedro Salinas

miércoles, 10 de abril de 2019

Obituarios 36

Alberto Cortez (1.03.1940 - 4.04.2019) en un programa de televisión en 1962
Alberto Cortez, Sus 16 más grandes éxitos (recopilatorio, audio)
Distancia, AC (audio)

Vientos, campos y caminos... distancia...
¡qué cantidad de recuerdos!
De infancia, amores y amigos... distancia...
que se han quedado tan lejos.
Entre las calles amigas... distancia...
del viejo y querido pueblo,
donde se abrieron mis ojos… distancia...
donde jugué de pequeño.

Un corazón de guitarra quisiera
para cantar lo que siento.

Allí viví la alegría… distancia...
de aquel primer sentimiento,
que se ha quedado dormida… distancia...
entre la niebla del tiempo.
Primer amor de mi vida… distancia...
que no pasó del intento;
primer poema del alma… distancia...
que se ha quedado en silencio.

Un corazón de guitarra quisiera
para cantar lo que siento.

¿Dónde estarán los amigos... distancia...
que compartieron mis juegos?
¿Quién sabe dónde se han ido… distancia...
lo que habrá sido de ellos?
Regresaré a mis estrellas… distancia...
les contaré mi secreto:
que sigo amando a mi tierra… distancia...
cuando me marcho tan lejos.

Un corazón sin distancia quisiera
para volver a mi pueblo.
                                          
                              Alberto Cortez

martes, 9 de abril de 2019

viernes, 5 de abril de 2019

miércoles, 3 de abril de 2019

martes, 2 de abril de 2019

Marco

A la derecha, Almudena de Navascués y Concha Jiménez
en la plaza de San Pedro del Vaticano el 25 de marzo pasado
Buscas en Roma a Roma, ¡oh peregrino!,
y en Roma misma a Roma no la hallas:
cadáver son las que ostentó murallas
y tumba de sí proprio el Aventino.

Yace, donde reinaba, el Palatino;
y limadas del tiempo, las medallas
más se muestran destrozo a las batallas
de las edades, que blasón Latino.

Solo el Tibre quedó, cuya corriente,
si ciudad la regó, ya sepoltura
la llora con funesto son doliente.

¡Oh Roma!, en tu grandeza, en tu hermosura
huyó lo que era firme, y solamente
lo fugitivo permanece y dura.

Francisco de Quevedo, A Roma sepultada en sus ruinas