Antonio, Marta y Carlos en Fuengirola, agosto 1963 Foto: Andrés Erena López |
Las barcas de dos en dos,
como sandalias del
viento
puestas a secar al
sol.
Yo y mi sombra,
ángulo recto.
Yo y mi sombra, libro
abierto.
Sobre la arena
tendido
como despojo del mar
se encuentra un niño
dormido.
Yo y mi sombra,
ángulo recto.
Yo y mi sombra, libro
abierto.
Y más allá,
pescadores
tirando de las
maromas
amarillas y salobres.
Yo y mi sombra,
ángulo recto.
Yo y mi sombra, libro
abierto.
Manuel Altolaguirre, «Playa», Las islas invitadas y otros poemas (1926)
Vine a la mar dudando si estaría
donde yo la dejé: junto a la raya
donde la espuma eventual acalla
su antigua discusión con la bahía.
Llegué a la mar. Estaba todavía.
Ella lo mismo y yo distinto. Vaya
una cosa por otra y, por la playa,
vayan las dos en busca de aquel día.
Vine a la mar y me encontré en la arena
—niño llevando cubos a la pena
y palas a la orilla del verano—.
Me hice a la mar, estando hecho al recuerdo,
por perderme otra vez como me pierdo
junto al que fui, cogidos de la mano.
Manuel Alcántara, Vuelta
a la mar de Málaga (Rincón de la
Victoria ) (1928)
Bajo mi cama estáis, conchas, algas, arenas:
comienza vuestro frío donde acaban mis sábanas.
Rozaría una jábega con descolgar los brazos
y su red tendería al palo de mesana
de este lecho flotante entre ataúd y tina.
Cuando cierro los ojos, se me cubren de escamas.
Cuando cierro los ojos, el viento del Estrecho
pone olor de Guinea en la ropa mojada,
pone sal en un cesto de flores y racimos
de uvas verdes y negras encima de mi almohada,
pone henchido el insomnio y en un larguero entonces
me siento con mi sueño a ver pasar el agua.
María Victoria Atencia, Mar
(1931)
Mi cuñada Mayte Martín y Manuel Alcántara: https://www.youtube.com/watch?v=cimWOB2Dp6o
ResponderEliminarTus cuñadas son infinitas como las arenas del mar.
EliminarAlgún día te contaré de qué va la cosa; de hecho "cuñada" es, en este caso, término poco apropiado, pero no tengo a mano otro.
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