Joséphine Baker (3.06.1906 - 12.04.1975), foto Waléry, París, c. 1926 Fuente: Paris Bibliothèques Patrimoniales |
viernes, 30 de septiembre de 2022
Música popular 126 - Bailando 13
jueves, 29 de septiembre de 2022
Quijotes y Sanchos 1
Hotel El Puerto, Puerto Lápice Foto: Antonio Erena (05.09.22) |
Y en diciendo esto, y
encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal
trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre,
arremetió a todo el galope de Rocinante y embistió con el primero molino que
estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta
furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero,
que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudió Sancho Panza a socorrerle, a
todo el correr de su asno, y cuando llegó halló que no se podía menear: tal fue
el golpe que dio con él Rocinante.
—¡Válame Dios! —dijo Sancho—. ¿No le dije yo a vuestra merced
que mirase bien lo que hacía, que no eran sino molinos de viento, y no lo podía
ignorar sino quien llevase otros tales en la cabeza?
—Calla, amigo Sancho —respondió don Quijote—, que las cosas de
la guerra más que otras están sujetas a continua mudanza; cuanto más, que yo
pienso, y es así verdad, que aquel sabio Frestón que me robó el aposento y los
libros ha vuelto estos gigantes en molinos, por quitarme la gloria de su
vencimiento: tal es la enemistad que me tiene; mas al cabo al cabo han de
poder poco sus malas artes contra la bondad de mi espada.
—Dios lo haga como puede —respondió Sancho Panza.
Y, ayudándole a levantar, tornó a subir sobre Rocinante, que medio despaldado estaba. Y, hablando en la pasada aventura, siguieron el camino del Puerto Lápice, porque allí decía don Quijote que no era posible dejar de hallarse muchas y diversas aventuras, por ser lugar muy pasajero; sino que iba muy pesaroso, por haberle faltado la lanza; y diciéndoselo a su escudero, le dijo:
—Yo me acuerdo haber leído que un caballero español llamado Diego Pérez de Vargas, habiéndosele en una batalla roto la espada, desgajó de una encina un pesado ramo o tronco, y con él hizo tales cosas aquel día y machacó tantos moros, que le quedó por sobrenombre «Machuca», y así él como sus decendientes se llamaron desde aquel día en adelante «Vargas y Machuca». Hete dicho esto porque de la primera encina o roble que se me depare pienso desgajar otro tronco, tal y tan bueno como aquel que me imagino; y pienso hacer con él tales hazañas, que tú te tengas por bien afortunado de haber merecido venir a vellas y a ser testigo de cosas que apenas podrán ser creídas.
Cervantes, Don Quijote, Primera Parte, Capítulo VIII (fragmento).
miércoles, 28 de septiembre de 2022
Parecidos razonables 26
martes, 27 de septiembre de 2022
Dióscuros
lunes, 26 de septiembre de 2022
Ríos 3
Cascada del río Cifuentes en Trillo Foto: José Joaquín Quesada, 25.09.22 |
jueves, 22 de septiembre de 2022
miércoles, 21 de septiembre de 2022
martes, 20 de septiembre de 2022
Necesidad
lunes, 19 de septiembre de 2022
Partida
La reina Isabel II montando al pony Fern en Windsor Fuente: Twitter, The Royal Family (@RoyalFamily), 31.05.20 |
I love and yet am forced to seem to hate,
I do, yet dare not say I ever meant,
I seem stark mute but inwardly do prate,
I am and not, I freeze and yet am burned,
Since from myself another self I turned.
Follows me flying, flies when I pursue it,
Stands and lies by me, doth what I have done;
His too familiar care doth make me rue it,
No means I find to rid him from my breast,
Till by the end of things it be supprest.
For I am soft and made of melting snow;
Or be more cruel, love, and so be kind,
Let me or float or sink, be high or low,
Or let me live with some more sweet content,
Or die and so forget what love ere meant.
amo y, sin embargo, me veo obligada a fingir que odio;
hago, pero no me atrevo a decir lo que siempre quise decir;
parezco completamente muda, pero murmuro por dentro;
soy y no soy, me hielo y sin embargo me quemo
desde que de mí misma en otra me convertí.
volando me sigue, vuela cuando la persigo,
permanece y yace a mi lado, hace lo que yo he hecho;
su inquietud demasiado familiar me hace arrepentirme,
no encuentro ningún medio para librarla de mi pecho
hasta que al final de todo sea suprimida.
pues soy suave y estoy hecha de nieve derretida;
o sé más cruel, amor, y sé amable,
déjame o flotar o hundirme, subir o bajar,
o déjame vivir con un más dulce contento,
o morir y así olvidar lo que significaba el amor.
domingo, 18 de septiembre de 2022
El músico de la semana 48
Pedro Corostola (2.06.1933 - 13.03.2020) Fuente: Twitter |
viernes, 16 de septiembre de 2022
Música popular 125
Armando Manzanero
(7.12.1935 - 28.12.2020) Fuente: HJCK (página web) |
jueves, 15 de septiembre de 2022
Gastromanía 35
Fuente granadina con higos Foto: Antonio Erena, 14.09.22 |
miércoles, 14 de septiembre de 2022
Voto
Cartel de la procesión extraordinaria de Jesús Nazareno con motivo del 300 aniversario del Voto de la Pascua de Mayo Cofradía de Jesús Nazareno, Torredonjimeno Fotografía: Fernando Chica |
martes, 13 de septiembre de 2022
lunes, 12 de septiembre de 2022
Obituarios 51
Javier Marías en su casa de Madrid Foto: Gianfranco Tripodo, The New York Times, 1.08.2019 |
Y la prisa venía porque tenía conciencia de que lo que no oyera ahora ya no lo iba a oír; no iba a haber repetición, como cuando uno oye una cinta o ve un vídeo y puede retroceder, sino que cada susurro no aprehendido ni comprendido se perdería para siempre jamás. Es lo malo que tiene cuanto nos sucede y no es registrado, o aún peor, ni siquiera sabido ni visto ni oído, porque luego no hay forma de recuperarlo. El día que no estuvimos juntos ya no habremos estado juntos, o lo que se nos iba a decir por teléfono cuando nos llamaron y no respondimos no será nunca dicho, no lo mismo ni con el mismo espíritu; y todo será levemente distinto o del todo distinto por nuestra falta de atrevimiento que nos disuadió de hablaros. Pero incluso si aquel día estuvimos juntos, o estábamos en casa cuando nos telefonearon, o nos atrevimos a hablaros venciendo el temor y olvidando el riesgo, aun así nada de ello se volverá a repetir, y por consiguiente llegará un momento en el que haber estado juntos será como no haberlo estado, y haber descolgado el teléfono como no haberlo hecho, y habernos atrevido a hablaros como haber callado. Hasta las cosas más imborrables tienen una duración, como las que no dejan huella o ni siquiera suceden, y si estamos prevenidos y las anotamos o las grabamos o las filmamos, y nos llenamos de recordatorios e incluso tratamos de sustituir lo ocurrido por la mera constancia y registro y archivo de lo que ocurrió, de modo que lo que en verdad ocurra desde el principio sea nuestra anotación o nuestra grabación o nuestra filmación, sólo eso; aun en ese perfeccionamiento infinito de la repetición habremos perdido el tiempo en que las cosas acontecieron de veras (aunque sea el tiempo de la anotación); y mientras tratamos de revivirlo o reproducirlo y hacerlo volver e impedir que sea pasado, otro tiempo distinto estará aconteciendo, y en ese, sin duda, no estaremos juntos ni cogeremos ningún teléfono ni nos atreveremos a nada ni podremos evitar ningún crimen ni ninguna muerte (aunque tampoco lo cometeremos ni las causaremos), porque lo estaremos dejando pasar de lado como si no fuera nuestro en nuestro intento enfermizo de que no termine y regrese lo que ya pasó. Así, lo que vemos y oímos acaba por asemejarse y aun igualarse con lo que no vimos ni oímos, es sólo cuestión de tiempo, o de que desaparezcamos. Y a pesar de todo no podemos dejar de encaminar nuestras vidas hacia el oír y el ver y el presenciar y el saber, con el convencimiento de que esas vidas nuestras dependen de estar juntos un día o responder a una llamada, o de atrevernos, o de cometer un crimen o causar una muerte y saber que fue así. A veces tengo la sensación de que nada de lo que sucede sucede, porque nada sucede sin interrupción, nada perdura ni persevera ni se recuerda incesantemente, y hasta la más monótona y rutinaria de las existencias se va anulando y negando a sí misma en su aparente repetición hasta que nada es nada ni nadie es nadie que fueran antes, y la débil rueda del mundo es empujada por desmemoriados que oyen y ven y saben lo que no se dice ni tiene lugar ni es cognoscible ni comprobable. Lo que se da es idéntico a lo que no se da, lo que descartamos o dejamos pasar idéntico a lo que tomamos y asimos, lo que experimentamos idéntico a lo que no probamos, y sin embargo nos va la vida y se nos va la vida en escoger y rechazar y seleccionar, en trazar una línea que separe esas cosas que son idénticas y haga de nuestra historia una historia única que recordemos y pueda contarse. Volcamos toda nuestra inteligencia y nuestros sentidos y nuestro afán en la tarea de discernir lo que será nivelado, o ya lo está, y por eso estamos llenos de arrepentimientos y de ocasiones perdidas, de confirmaciones y reafirmaciones y ocasiones aprovechadas, cuando lo cierto es que nada se afirma y todo se va perdiendo. O acaso es que nunca hubo nada.
Javier Marías, Corazón
tan blanco (fragmento).
La pandemia no ha terminado, y a diario nos llegan noticias de conocidos infectados. Pero como en España los estultos gobernantes y buena parte de la población han decidido que sí, que el virus ya es agua pasada, quizá no esté de más echar la vista atrás e intentar recordar cómo era el mundo anterior al covid. Una ojeada somera indica que todas las sandeces y cursilerías que en su día se soltaron y escribieron — “Saldremos mejores”, “Se nos brinda la oportunidad de reflexionar y elegir prioridades”, etc— han resultado ser, amén de sandias y cursis, enteramente falsas o erróneas. Da más bien la impresión de que casi todo el mundo, con los políticos a la cabeza una vez más, hubiera estado aguardando ansiosamente para volver a sus majaderías sin alterar una coma. Las televisiones emiten los mismos programas zafios y vejatorios, los informativos siguen siendo infames, la publicidad más abyecta que nunca —y ya es decir—, los líderes continúan a pedradas y haciendo gala de inepcia y vacuidad, las gentes han reanudado sus viejas costumbres de viajar sin ton ni son en abominables cruceros e infinitos vuelos contaminantes, de hacer fotos de platos o de sí mismas y acudir en masa a todo (porque “hay que ir”) aunque no les interese lo más mínimo; las riadas de turistas han regresado para dolor de nuestras ciudades, paisajes y playas, la afición a opinar de cuanto se ignora permanece inalterable en las tertulias como en las redes, la mala baba es omnipresente sin que preocupe el daño que pueda infligirse, la mayoría lo busca con ahínco; la capacidad de raciocinio, lejos de mejorar, ha empeorado: sólo faltaba una plaga para avivar las teorías conspiratorias y el mal agüero; los bancos han aprovechado para cerrar sucursales y despedir a empleados, la Administración para convertir cualquier gestión en un laberinto sin salida, las compañías eléctricas para sacarles los higadillos a los ciudadanos modestos; la llamada “solidaridad” ha pasado a ser una mera palabra en boca de sinvergüenzas demagógicos. A mi parecer, en suma, no hemos salido de la pandemia, pero somos iguales o peores.
Hay una invasión de Putin que nos procura pesadillas pero en el fondo nos trae sin cuidado: aquí lo que de verdad importa es la Semana Santa, la Feria de Sevilla, los sanisidros, los sanfermines, el próximo puente y los 200.000 festejos populares que se avecinan con el buen tiempo. Y por supuesto las vacaciones de agosto, para las que se calientan ya los motores de las escapaditas, las cervecitas, las playitas, las paellitas, las gambitas, los bañitos, las siestecitas y los aperitivitos.
Y sin embargo… ¿No tienen la sensación de que cuanto fue anterior al virus está increíblemente lejos, mucho más que los dos años que han transcurrido? Aún es más, ¿no la tienen de que los meses de confinamiento forzoso pertenecen a otra época, tan distante que se recuerda brumosa? ¿Y los aplausos a los sanitarios desde los balcones? ¿Y Trump, que todavía gobernaba cuando se inició la peste? ¿No les parece que hace siglos de la investidura de Sánchez y del (políticamente) fenecido Iglesias? ¿Que el actual Gobierno, lejos de los dos años y medio que lleva en el poder, acumula en él más de un lustro? ¿Quién se acuerda de Iván Redondo, González Laya o Celaá, que tanto dieron que hablar (para mal)? ¿Quién de Cospedal o Sáenz de Santamaría? Es imposible que hace sólo tres años ellas y su jefe cortaran el bacalao. ¿Quién de la criminal incompetencia de Albert Rivera, que de haber sido menos vano podría ser Vicepresidente aún hoy? ¿Quién de Torra y de su afición a llamar “hienas” a los españoles y a los catalanes no fanáticos?
Todo continúa invariable, más o menos. Yo pienso, en cambio, que se rompió el hilo de la continuidad de nuestras vidas, por mucho que finjamos haberlas reanudado exactamente donde las dejamos el 15 de marzo de 2020. Que todavía vivimos en estado de shock y de incredulidad, artificialmente anestesiados y desmemoriados, intentando pasar por alto lo que nos ha ocurrido. Si los casi 200 asesinados en los atentados de 2004 supusieron un trauma insuperable durante mucho tiempo, ¿cómo no vamos a estar estupefactos y horrorizados por la muerte —no violenta, algo es algo— de las 100.000 o más personas víctimas del virus? ¿Qué país puede encajar eso tan alegre y frívolamente como aparentamos haberlo digerido nosotros? Qué digo “digerido”: arrinconado, arrumbado, borrado, negado. Me temo que los únicos que lo tienen presente a estas joviales alturas son los familiares de los difuntos y los admirables médicos, enfermeras y demás personal sanitario, sobreexplotados, que tantas agonías presenciaron, tantos combates entre la vida y la muerte, tanto horror y agotamiento e incertidumbre padecieron un día interminable tras otro, y que en número no escaso perdieron la salud o la vida por cuidar y salvar a sus pacientes, aunque algunos se lo pagaran con exigencias y desplantes —”Para eso están ustedes, para curarnos si enfermamos”—. Me pregunto con qué desolación ven ellos los actuales desenfrenos y farras, ahora que creemos que todo ha pasado, cuando en realidad no ha pasado.
Javier Marías, «Como si no hubiera pasado», El País Semanal, 29.05.22
domingo, 11 de septiembre de 2022
El músico de la semana 47
Itzhak Perlman (31.08.1945) Foto: Don Hunstein |
sábado, 10 de septiembre de 2022
Fotogramas 149
Este chico es un demonio (Problem Child), Dennis Dugan, 1990 |
viernes, 9 de septiembre de 2022
Obituarios 50
jueves, 8 de septiembre de 2022
Coplas
Diego de Mora, Virgen de la Aurora, Montejícar (desaparecida) Fuente: Conservación Restauración Imaginería Salvador Guzmán Moral (blogspot) |
¡Levántate ya
y un lirio morado
al pie del altar!
esta Dios entero
sin faltarle na.
donde te convida
nuestro Salvador.
del Rosario de la Aurora de Torredonjimeno,
Historia de la ibérica Tosiria, p. 201.
miércoles, 7 de septiembre de 2022
martes, 6 de septiembre de 2022
Horizonte
Atardecer en los molinos de Consuegra Foto: José Joaquín Quesada, 4.09.22 |
domingo, 4 de septiembre de 2022
El músico de la semana 46
sábado, 3 de septiembre de 2022
Fotogramas 148
Idilio en septiembre (September Affair), William Dieterle, 1950 |
viernes, 2 de septiembre de 2022
Música popular 124
Dean Martin (7.06.1917 - 25.12.1995) Fuente: Duna Fm 89,7 |
jueves, 1 de septiembre de 2022
Vuelta
Vista del pantano del Víboras con el castillo al fondo, foto: Joaquín Marchal, 29.08.22 |
Heureux qui comme Ulysse, a fait un beau voyage,
Ou comme cestui-là qui conquit la toison,
Et puis est retourné, plein d’usage et raison,
Vivre entre ses parents le reste de son âge !
Quand reverrai-je, hélas, de mon petit village
Fumer la cheminée, et en quelle saison
Reverrai-je le clos de ma pauvre maison,
Qui m’est une province, et beaucoup davantage ?
Plus me plaît le séjour qu’ont bâti mes aïeux,
Que des palais romains le front audacieux,
Plus que le marbre dur me plaît l’ardoise fine :
Plus mon Loir gaulois, que le Tibre latin,
Plus mon petit Liré, que le mont Palatin,
Et plus que l’air marin la douceur angevine.
¡Feliz
quien, como Ulises, ha hecho un hermoso viaje,
o
como aquel que conquistó el toisón
y
luego volvió, lleno de experiencia y razón,
a
vivir con sus padres el resto de sus días!
¿Cuándo
volveré a ver, ¡ay!, de mi pequeña aldea
humear
la chimenea, y en qué estación
volveré
a ver el patio de mi pobre casa,
que
es para mí una provincia y mucho más?
Más
me gusta la morada que construyeron mis ancestros
que
de los palacios romanos la fachada atrevida,
más
que el mármol duro me gusta la pizarra fina;
más
mi Loira galo que el Tíber latino,
más
mi pequeño Liré que el monte Palatino,
y
más que el aire del mar, la dulzura angevina.