Cúpula del transparente del camarín de la Virgen del Rosario, iglesia del convento de Santa Cruz la Real, Granada, foto: Antonio Erena, 17.05.24 |
Tersa, pulida, rosada
¡cómo la acariciarían,
sí, mejilla de doncella!
Entreabierta, curva, cóncava,
su albergue, encaracolada,
mi mirada se hace dentro.
Azul, rosa, malva, verde,
tan sin luz, tan irisada,
tardes, cielos, nubes, soles,
crepúsculos me eterniza.
En el óvalo de esmalte
rectas sutiles, primores
de geometría en gracia,
la solución le dibujan,
sin error, a aquel problema
propuesto
en lo más hondo del mar.
Pero su hermosura, inútil,
nunca servirá. La cogen,
la miran, la tiran ya.
Desnuda, sola, bellísima
la venera, eco de mito,
de carne virgen, de diosa,
su perfección sin amante
en la arena perpetúa.
Pedro Salinas, «La concha», de Seguro Azar (1924-1928), en Presagios.
Seguro azar. Fábula y signo (Poesías completas, 1), Alianza Editorial,
2022, p. 107.
¡cómo la acariciarían,
sí, mejilla de doncella!
su albergue, encaracolada,
mi mirada se hace dentro.
Azul, rosa, malva, verde,
tan sin luz, tan irisada,
tardes, cielos, nubes, soles,
crepúsculos me eterniza.
rectas sutiles, primores
de geometría en gracia,
la solución le dibujan,
sin error, a aquel problema
propuesto
en lo más hondo del mar.
nunca servirá. La cogen,
la miran, la tiran ya.
Desnuda, sola, bellísima
la venera, eco de mito,
de carne virgen, de diosa,
su perfección sin amante
en la arena perpetúa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario