El gallo de Los Ataos, Puente Genil, foto: Antonio Erena, 5.03.16 |
Los domingos
cuaresmales,
al compás de los tambores,
a la luz de las
bengalas
y del vino a los vapores,
cuando suben los
Romanos
y el Calvario se corona
de millares de
pontanos,
cada cual con una mona,
y se escuchan
misereres
y las clásicas saetas,
y entre gritos y
pitorros
se dislocan las chavetas,
yo con saña vil
y fiera
vuelvo alegre a mi casita,
y a mi vieja
cuaresmera
le arrebato una patita.
Mas, no para
aquí la cosa,
después cuelo en mi cocina
y con mano
misteriosa
busco alguna golosina
que mi amada
compañera
guardó para mi regreso:
espinacas en
fiambrera,
aceitunas, pan y queso,
y después,
arrebujado,
en el lecho me persigno
dulcemente
aletargado
por espíritu del vino.
Y en mis sueños
venturosos,
entre soplos y ronquidos,
siento cantos
misteriosos
que me halagan los sentidos,
es la mente
trastornada
del tropel tumultuario
de la romanil
jornada
en la cumbre del Calvario.
Miguel Romero
Carmona (1861-1916), Subida de Romanos
No hay comentarios:
Publicar un comentario