Ferrand González y taller, Sepulcro del canciller López de Ayala y su esposa (detalle) Torreón de Ayala, Quejana, Álava Foto: Antonio Erena, 22.07.16 |
Fazen luego
castillos al canto de la villa,
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grandes muros e
fuertes, torres a maravilla,
siquiera sean altos
como los de Sevilla,
por meter los
mesquinos más dentro en la capilla.
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Mas antes de que
sea la tal obra acabada,
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viene luego la
muerte e dale su mazada:
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parte de aquí el
alma asaz envergonzada,
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e sotierran el
cuerpo en muy peor posada.
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En el su Evangelio
nos dize el Señor:
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«Tú non fagas
injurias nin seas caloñador».
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Por Dios paremos
mientes de aquel fuerte temor
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del día del Jüicio
que espera el pecador.
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Todas estas
riquezas son niebla e rocío;
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con honras e
orgullos e aqueste loco brío
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échase homne sano e
amanesce frío,
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ca nuestra vida
corre como agua de río.
Pedro López de Ayala, Libro o Rimado de Palacio
Del gobernamiento de la república (fragmento)
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