Velázquez, Felipe IV, Meadows Museum, Dallas |
Felipe VI y la indolencia marianista, Rubén Amón
Nadie más cortesano ni pulido
que nuestro Rey Felipe, que Dios guarde,
siempre de negro hasta los pies vestido.
Es pálida su tez como la tarde,
cansado el oro de su pelo undoso,
y de sus ojos, el azul, cobarde.
Sobre su augusto pecho generoso,
ni joyeles perturban ni cadenas
el negro terciopelo silencioso.
Y, en vez de cetro real, sostiene apenas
con desmayo galán un guante de ante
la blanca mano de azuladas venas.
Manuel Machado, Felipe
IV (el poeta se inspira y confunde en los retratos
muy similares de Felipe IV y su hermano el infante don Carlos,
ambos
en el Prado, el último tenido también entonces por retrato
del rey)
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