Ramón Casas, La carga, Museu de La Garrotxa |
El árbol, Julio Llamazares
Santo silencio
profeso:
no quiero, amigos,
hablar;
pues vemos que por
callar
a nadie se hizo
proceso.
Ya es tiempo de tener
seso:
bailen los otros al
son,
chitón.
Que piquen con buen
concierto
al caballo más altivo
picadores, si está
vivo;
pasteleros, si está
muerto;
que con hojaldre
cubierto
nos den un pastel
frisón,
chitón.
Que por buscar
pareceres
revuelvan muy
desvelados
los bártulos los
letrados,
los abades sus
mujeres.
Si en los estrados
las vieres,
que ganan más que el
varón,
chitón.
Que trague el otro
jumento
por doncella una
sirena
más catada que
colmena,
más probada que
argumento;
que llame estrecho
aposento
donde se entró de
rondón,
chitón.
Que pretenda el
maridillo,
de puro valiente y
bravo,
ser en una escuadra
cabo,
siendo cabo de
cuchillo;
que le vendan el
membrillo
que tiralle era
razón,
chitón.
Que duelos nunca le
falten
al sastre que chupan
brujas;
que le salten las
agujas,
y a su mujer se las
salten;
que sus dedales
esmalten
un doblón y otro
doblón,
chitón.
Que el letrado venga
a ser
rico con su mujer
bella,
más por buen parecer
della,
que por su buen
parecer,
y que por bien
parecer
traiga barba de
cabrón,
chitón.
Que tonos a sus
galanes
cante Juanilla
estafando,
porque ya piden
cantando
las niñas, como
alemanes;
que en tono haciendo
ademanes,
pidan sin ton y sin
son,
chitón.
Mujer hay en el lugar
que a mil coches, por
gozallos,
echará cuatro
caballos,
que los sabe bien
echar.
Yo sé quien manda
salar
su coche como jamón,
chitón.
Que pida una y otra
vez,
fingiendo virgen el
alma,
la tierna doncella
palma,
y es dátil su
doncellez;
y que lo apruebe el
jüez
por la sangre de un
pichón,
chitón.
Quevedo, Santo silencio profeso
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