Puerta de la Imagen, fortaleza de la Mota, Alcalá la Real Foto: Rafael Galán |
La mañana de San Juan
al tiempo que
alboreaba,
gran fiesta hacen los
moros
por la Vega de Granada.
Revolviendo sus
caballos
y jugando de las
lanzas,
ricos pendones en
ellas
broslados por sus
amadas,
ricas marlotas
vestidas
tejidas de oro y
grana.
El moro que amores
tiene
señales de ello
mostraba,
y el que no tenía
amores
allí no escaramuzaba.
Las damas moras los
miran
de las torres del
Alhambra,
también se los mira
el rey
de dentro de la Alcazaba.
Dando voces vino un
moro
con la cara
ensangrentada:
—Con tu licencia, el
rey,
te daré una nueva
mala:
el infante don
Fernando
tiene a Antequera
ganada;
muchos moros deja
muertos,
yo soy quien mejor
librara;
siete lanzadas yo
traigo,
el cuerpo todo me
pasan;
los que conmigo
escaparon
en Archidona
quedaban.
Con la tal nueva el
rey
la cara se le
demudaba;
manda juntar sus
trompetas,
que toquen todas el
arma,
manda juntar a los
suyos,
hace muy gran
cabalgada,
y a las puertas de
Alcalá,
que la real se
llamaba,
los cristianos y los
moros
una escaramuza
traban.
Los cristianos eran
muchos,
mas llevaban orden
mala;
los moros, que son de
guerra,
dádoles han mala
carga,
de ellos matan, de
ellos prenden,
de ellos toman en
celada.
Con la victoria, los
moros
van la vuelta de
Granada;
a grandes voces
decían:
—¡La victoria ya es
cobrada!
La mañana de San Juan (romance)
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