Pedro Muñoz Seca, La venganza de don Mendo Editorial Afrodisio Aguado, 1978 |
MENDO.– (Incorporándose, restregándose los ojos y mirando a la claraboya.)
Ya amanece. Por esa claraboya
las luces del crepúsculo
atalayo:
pronto entrará del sol el
puro rayo
que a las sombras arrolla
y en bienestar convierte mi
desmayo... (Por la claraboya entra
triunfante un rayo de sol.)
¡Ya el rayo destella!...
¡Ya mi prisión se enjoya de
luz bella!...
¡Ya soy dueño de mí!... ¡Ya
bien me hallo!... (Canta un gallo dentro,
lejos.)
¡Ya trina el ruiseñor!... ¡Ya
canta el gallo!... (Pausa.)
¡Trece de mayo ya!... ¡Quién
lo diría!
Llevo en esta prisión un mes
y un día,
sin
por nadie saber lo que acontece... (Estremeciéndose.)
¡Y hoy es martes, gran Dios!...
¡Martes y trece!...
¿Por qué el terror invade el
alma mía?
¿Por qué me inspira un miedo
extraordinario
esa cifra, ¡ay de mí!, del
calendario? (Como loco.)
¡Ah, no, cifra fatal!... No
humillaréis
el valor de don Mendo; no
podréis;
todos iguales para mí
seréis...
¡Trece, catorce, quince y
dieciséis! (Pausa.)
Pedro Muñoz Seca, La
venganza de don Mendo
Jornada Segunda (fragmento)
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