A la derecha, Almudena de Navascués y Concha Jiménez en la plaza de San Pedro del Vaticano el 25 de marzo pasado |
Buscas en Roma a Roma, ¡oh peregrino!,
y en Roma misma a
Roma no la hallas:
cadáver son las que
ostentó murallas
y tumba de sí proprio
el Aventino.
Yace, donde reinaba, el
Palatino;
y limadas del tiempo, las medallas
más se muestran
destrozo a las batallas
de las edades, que
blasón Latino.
Solo el Tibre quedó,
cuya corriente,
si ciudad la regó, ya
sepoltura
la llora con funesto
son doliente.
¡Oh Roma!, en tu
grandeza, en tu hermosura
huyó lo que era
firme, y solamente
lo fugitivo permanece
y dura.
Francisco de Quevedo, A Roma sepultada en sus ruinas
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