Francisco, Paco y Antonio en la burra María Luisa, actual carretera A-321, km 15, Torredonjimeno Foto: Andrés Erena, verano 1962 |
I
I see the
boys of summer in their ruin
Lay the
gold tithings barren,
Setting no
store by harvest, freeze the soils;
Theire in
their heat the winter floods
Of frozen
loves they fetch their girls,
And drown
the cargoed apples in their tides.
These boys
of light are curdlers in their folly,
Sour the
boiling honey;
The jacks
of frost they finger in the hives;
There in
the sun the frigid threads
Of doubt
and dark they feed their nerves;
The signal
moon is zero in their voids.
I see the
summer children in their mothers
Split up
the brawned womb's weathers,
Divide the
night and day with fairy thumbs;
There in
the deep with quartered shades
Of sun and
moon they paint their dams
As sunlight
paints the shelling of their heads.
I see that
from these boys shall men of nothing
Stature by
seedy shifting,
Or lame the
air with leaping from its hearts;
There from
their hearts the dogdayed pulse
Of love and
light bursts in their throats.
O see the
pulse of summer in the ice.
II
But seasons
must be challenged or they totter
Into a
chiming quarter
Where,
punctual as death, we ring the stars;
There, in
his night, the black-tongued bells
The sleepy
man of winter pulls,
Nor blows
back moon-and-midnight as she blows.
We are the
dark deniers, let us summon
Death from
a summer woman,
A muscling
life from lovers in their cramp,
From the
fair dead who flush the sea
The
bright-eyed worm on Davy's lamp,
And from
the planted womb the man of straw.
We summer
boys in this four-winded spinning,
Green of
the seaweed's iron,
Hold up the
noisy sea and drop her birds,
Pick the
world's ball of wave and froth
To choke
the deserts with her tides,
And comb
the county gardens for a wreath.
In spring
we cross our foreheads with the holly,
Heigh ho
the blood and berry,
And nail
the merry squires to the trees;
Here love's
damp muscle dries and dies,
Here break
a kiss in no love's quarry.
O see the
poles of promise in the boys.
III
I see the
boys of summer in their ruin.
Man in his
maggot's barren.
And boys
are full and foreign in the pouch.
I am the
man your father was.
We are the
sons of flint and pitch.
O see the
poles are kissing as they cross.
I
Veo a los muchachos del verano en su ruina
convertir en eriales los dorados rastrojos,
desdeñar las cosechas y congelar los suelos;
y allí, en su ardor, el invernal diluvio
de amores escarchados, persiguen a las niñas,
y echan en sus mareas los sacos de manzanas.
Los muchachos de luz en su locura, coagulan lo que tocan,
agrian la miel hirviente;
hurguetean los muñecos de escarcha en las colmenas;
allí en el sol, frígidas hebras
de oscuridad y duda, ellos nutren sus nervios
y el signo de la luna, nada es en sus vacíos.
Veo a los muchachos del verano en el vientre materno
rasgar hacia la luz la atmósfera del útero,
dividir noche y día con pulgares de duende;
allí, desde lo hondo, con sombras seccionadas
de sol y luna ellos pintan sus dársenas
mientras les pinta el sol los cascos de la frente.
Sé que de estos muchachos han de surgir hombres de nada
hechos por la transformación de las semillas,
o han de lisiar el aire saltando de sus llamas,
desde sus corazones, cuando el pulso candente
del amor y la luz estalle en sus gargantas.
Oh, ved el pulso del verano en el hielo.
II
Pero las estaciones deben ser desafiadas o se tambalearán
en algún cuarto de hora repicante
donde, como una puntual muerte hacemos tintinear las
estrellas;
esa noche en que el invierno soñoliento
les tira de la negra lengua a las campanas
y no se atreven a chistar siquiera
los vientos de la luna y de la medianoche.
Somos los oscuros negadores, exorcicemos a la muerte
en la mujer colmada de verano,
arrojemos la vida musculosa de los amantes que se crispan,
y de los muertos limpios que hace fluir el mar,
echemos al gusano de ojos brillantes en la linterna de Davy,
y del vientre preñado quitemos el muñeco de paja.
Nosotros, muchachos del verano en esta red de cuatro
vientos,
verdes por el hierro de las algas,
levantemos al bullicioso mar y arrojemos sus pájaros,
alcemos la bola del mundo llena de olas y espuma
para ahogar los desiertos con sus mareas
y trenzar los jardines del condado.
En primavera ornamentamos nuestra frente.
Vivan las bayas y la sangre,
y crucificamos a los alegres señores en los árboles;
aquí el húmedo músculo del amor se aja y muere,
aquí estalla un beso en una cantera sin amor.
Oh, ved en los muchachos los polos de la promesa.
III
Yo os veo, muchachos del verano, en vuestra ruina.
El hombre en el desierto de su larva.
Y los muchachos son plenos y ajenos en la bolsa.
Soy el hombre que vuestro padre fue.
Somos hijos del pedernal y de la brea.
Oh, ved cómo se besan los polos que se cruzan.
Dylan
Thomas, «I see the boys of summer», 18 Poems
Trad. Elizabeth Azcona Cranwell
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