lunes, 24 de marzo de 2025

Lecturas 22

Manuel Chaves Nogales, Semana Santa en Sevilla, Almuzara, 2013
Democracia, hasta cierto punto
     
     El cabildo de las Hermandades se reúne dos veces al año: una, antes de la Semana Santa, para acordar la salida procesional, y otra, después, para la aprobación de las cuentas. Las Hermandades tienen una constitución democrática, naturalmente, corrompida. Teóricamente, todos los cofrades tienen los mismos deberes y derechos; pero, en realidad, cada cofradía es una organización caciquil perfecta. Lo decimos, no en su daño, sino en su elogio; ya hubiese querido España que su régimen político se hubiese cimentado sobre una fórmula de convivencia como la que disfrutan las Hermandades. Una cosa así hubiese sido lo que, seguramente, soñaron Cánovas, el conde de Romanones o Lerroux.
     Cuando se reúne el cabildo, todos los hermanos tienen voz y voto. Claro está que sólo osa hablar y votar a su antojo quien tiene autoridad para ello. Autoridad quiere decir solvencia económica para pagar 1as deudas que se contraigan, espíritu de sacrificio para trabajar sin remuneración, o bien tradición dentro de la Hermandad. Cuando un capigorrón cualquiera, un hermanuco trashumante e insolvente, toma la palabra en el cabildo y quiere que se haga esto, lo otro o lo de más allá, sólo para ejercitar su democrático derecho como cualquier orador de mitin, no se le hace ningún caso, y si protesta se le hace callar. En la Hermandad se hace siempre lo que quiere el hermano mayor, que muchas veces suele ser un simple cofrade oculto detrás de un aparatoso hermano mayor puramente decorativo.

Manuel Chaves Nogales, Semana Santa en Sevilla, Almuzara, 2013, p. 70 (publicado originalmente en Ahora, diario gráfico, N.º 1.330, 31.03.1935, s. p.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario