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| Vasco de la Zarza, detalle del paño de San Lucas en el monumento funerario de Alonso Fernández de Madrigal, el Tostado, trasaltar de la catedral de Ávila, foto: Antonio Erena, 22.08.25 |
La
diferencia que hay entre vuestros viajes y los nuestros es que vosotros tenéis
muchos puntos a que concurrir, porque tenéis infinitas comunicaciones; pero
¿qué nos importa a nosotros no tener más que uno, si este punto es Granada, que
vale más que toda España junta? Otra diferencia hay y es que vosotros elegís
para viajar todo el verano o una parte cualquiera de él. En Jaén hay una época
en la cual sería un crimen faltar de la ciudad: ésta es el 15 de agosto. El 15
de agosto es el día de la feria y la feria es en Jaén la fiesta principal o más
bien la única[1]. De la feria se está
hablando desde que se concluye hasta que vuelve; para la feria son las promesas
de un traje a la esposa o a la hija; de un juguete al niño; la feria es la
ocasión que se elige para premiar al joven estudioso o a la niña aplicada; la
feria es el toque de llamada que reúne en Jaén a los vendedores de torrados[2] y
pasas, de rosquillas, de anises, de telas, de juguetes, de cereales y de
ganados; la que convoca a los ricos de los pueblos de la comarca y a los
jóvenes más distinguidos de la provincia; la feria es la cita más segura de los
amantes ausentes; la feria, en fin, es la que trae a Jaén una compañía de
cómicos que han pasado de la categoría de aficionados a la de cómicos de la
legua. ¿Cómo faltar de Jaén en una época tan notable?[3] Por
esto unos hacen los viajes con mucha anticipación para estar aquí con tiempo; y
los que lo han hecho más tarde se han despedido de nosotros para el 15 de
agosto. Para esta época volverán las de Pr...o de su viaje a Granada y Málaga,
y las de Gal...z de su viaje a Martos. Para esta época se espera a muchas
personas notables y también a un íntimo amigo tuyo que está enlazado con una de
las principales familias de Jaén. Yo, sin embargo, dejaría la ponderada feria
por pasar en Madrid el 14 y 15 de agosto, aunque hubiera de volverme después[4]. Y
eso que este año la feria ha de dejar nombre en Jaén[5]. Así
es que los giennenses están hablando de la feria desde que se levantan hasta
que se acuestan. Nadie se acuerda ni de la carestía del pan, ni de la ley
monetaria, ni de la cuestión de palacio, ni de apertura de Cortes, ni del
lenguaje de la prensa, ni de las negociaciones con Roma, ni de nuestros
triunfos en Portugal, ni de la tranquilidad del país, ni de que somos felices;
nadie se acuerda de otra patria que la individual, y esto en lo que tiene
relación con el gozo de los sentidos[6]. El
asunto de las conversaciones son los proyectos de paseo en la plaza de San
Francisco; la reunión en el teatro de la Audiencia; las probabilidades de bailar,
por primera vez en Jaén, las contradanzas americanas en casa de las señoras de
Ar...a, de Mo...a, de Gal...z; de oír algunas piezas musicales en casa del
marqués de N.; y, sobre todo, de contemplar entusiasmados el calor, la
serenidad, la ligereza, la habilidad de la cuadrilla que a las órdenes
inmediatas del Camará ha de lidiar diez y ocho toros, y alguno
de gracia, en las tres tardes de función con que se ha de inaugurar la nueva
plaza de toros[7]. Y ahora que hablo de esto
no quiero pasar adelante sin destruir una voz que ha corrido por Jaén de que
los toreros eran como los cómicos, de afición. Me consta, sé de positivo, doy
fe que esto es una impostura. El espada ajustado para las funciones ha lidiado
en las mejores plazas y las más acreditadas ganaderías, y tiene confianza en su
tauromáquica ciencia, que le harán justicia sin tener que valerse como Montes,
el Chiclanero y Cúchares del miserable ardid de dar una onza de oro a los
periodistas sólo porque los alaben. El verdadero mérito no usa de estas
triquiñuelas. ¡Quién había de creer estos ardides de Paquillo y de Redondo!
¡Picarillos!
Ya están pedidos todos los billetes para las corridas; pero si
quieres venir no te apures por eso: tengo muchos amigos accionistas y me han
ofrecido cada uno dos billetes[8]. Me
abruman con tanta generosidad. Les doy anticipadas gracias. Las funciones serán
dignas de verse porque los empresarios no escasean gastos y quieren deslucir a
las brillantes corridas que se van a celebrar en estos días en Andújar y Úbeda.
Buenas ganaderías, excelentes caballos, buen servicio de la plaza, hábiles
lidiadores... Considera si con tales medios faltara alegría, algazara, voces,
suertes arriesgadas, lances difíciles, golpes, atropellos, aplausos,
exclamaciones, saludos, premios a los lidiadores y todo lo que da vida y
animación a estas fiestas, que todo español debe celebrar, siquiera como a mí
me sucede, no me guste ir a ellas. Vente pues, y aunque no sea otra cosa,
estaremos a la puerta para ver entrar la gente; y después en el arrastradero
para ver sacar los toros. Algo es algo.
El
Amigo Ausente (Antonio Almendros Aguilar), «Carta de un amigo que está de viaje
a otro que está en Madrid. Andalucía siglo XIX», en El Guadalbullón,
periódico científico, agrícola, literario e industrial, Jaén, Tomo II, Núm.
16, 01.07.1847, págs. 242-244 (actualización y notas: Antonio Erena).
[1] La feria de Agosto de Jaén fue
languideciendo hasta desaparecer a mediados del siglo pasado, siendo sustituida
por la actual de San Lucas, nacida a principios del siglo XIX como simple feria
de ganado.
[2]
Garbanzos tostados, antes tan apreciados y ya casi desaparecidos de los bares y
fiestas andaluzas.
[3] Todo esto que cuenta el autor ha
venido sucediendo hasta tiempos bien recientes, dada la ausencia de
espectáculos y entretenimientos de cualquier tipo en la capital de la
provincia y alrededores.
[4] Madrid celebraba y celebra en estas
mismas fechas las fiestas de la Virgen de la Paloma, que tan conocidas se harían años después gracias a la famosa zarzuela.
[5]
Por la nueva plaza de toros, que veremos a continuación.
[6] Todos
temas de actualidad cuando escribe el autor, entre ellos la negociación del
concordato entre España y la Santa Sede, firmado en 1851.
[7] Se inauguró, efectivamente, el 15 de
agosto de 1847; luego de su derribo, sobre su solar se construyó la actual,
cuya primera corrida se celebró el 18 de octubre de 1960, con la plaza aún sin
terminar.
[8] La afición giennense a los toros, como
la del propio autor, nunca fue muy entusiasta, siempre han sobrado entradas
para las corridas; por ello se las ofrecen sus «amigos accionistas», pero no de balde, claro. Todo ello es de ver en el extenso comentario.

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