Maestro Bartolomé, Cahos UAMA, tabla procedente del retablo mayor de la catedral de Ciudad Rodrigo |
APOLOGÍA Y PETICIÓN
¿Y qué decir de
nuestra madre España,
este país de todos
los demonios
en donde el mal
gobierno, la pobreza
no son, sin más,
pobreza y mal gobierno,
sino un estado
místico del hombre,
la absolución final
de nuestra historia?
De todas las
historias de la Historia
la más triste sin
duda es la de España
porque termina mal.
Como si el hombre,
harto ya de luchar
con sus demonios,
decidiese encargarles
el gobierno
y la administración
de su pobreza.
Nuestra famosa
inmemorial pobreza
cuyo origen se pierde
en las historias
que dicen que no es
culpa del gobierno,
sino terrible
maldición de España,
triste precio pagado
a los demonios
con hambre y con
trabajo de sus hombres.
A menudo he pensado
en esos hombres,
a menudo he pensado
en la pobreza
de este país de todos
los demonios.
Y a menudo he pensado
en otra historia
distinta y menos
simple, en otra España
en donde sí que
importa un mal gobierno.
Quiero creer que
nuestro mal gobierno
es un vulgar negocio
de los hombres
y no una metafísica,
que España
puede y debe salir de
la pobreza,
que es tiempo aún
para cambiar su historia
antes que se la
lleven los demonios.
Quiero creer que no
hay tales demonios.
Son hombres los que
pagan al gobierno,
los empresarios de la
falsa historia.
Son ellos quienes han
vendido al hombre,
los que le han
vertido a la pobreza
y secuestrado la
salud de España.
Pido que España
expulse a esos demonios.
Que la pobreza suba
hasta el gobierno.
Que sea el hombre el
dueño de su historia.
Jaime Gil de Biedma, Moralidades, 1966
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