Córdoba, jardines del palacio de Orive o de los Villalones, fotos: Antonio Erena (5.10.18)
En todas las ficciones, cada vez que un hombre se enfrenta
con diversas alternativas, opta por una y elimina las otras; en la del casi
inextricable Ts'ui Pên, opta—simultáneamente—por todas. Crea, así,
diversos porvenires, diversos tiempos, que también, proliferan y se bifurcan.
De ahí las contradicciones de la novela. Fang, digamos, tiene un secreto; un
desconocido llama a su puerta; Fang resuelve matarlo. Naturalmente, hay varios
desenlaces posibles: Fang puede matar al intruso, el intruso puede matar a Fang,
ambos pueden salvarse, ambos pueden morir, etcétera. En la obra de Ts'ui Pên,
todos los desenlaces ocurren; cada uno es el punto de partida de otras
bifurcaciones. Alguna vez, los senderos de ese laberinto convergen; por
ejemplo, usted llega a esta casa, pero en uno de los pasados posibles usted es
mi enemigo, en otro mi amigo. Si se resigna usted a mi pronunciación incurable,
leeremos unas páginas.
Jorge Luis Borges,
El jardín de
senderos que se bifurcan,
de Ficciones
(fragmento)
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