El 10º Panchen Lama, Mao Tse-Tung y el 14º Dalai Lama en Pekín, 11.09.1954, fuente: Wikipedia Commons |
También
los hombres consagraban mucho tiempo a sus vestiduras. Los más bellos brocados
azafrán y oro llenaban sus guardarropas, pues el rango gobernaba el más pequeño
detalle de su apariencia y el derecho a usar ciertas prendas, objetos y
adminículos, como cuchillos y bolsas con dinero. Tampoco la forma del traje era
la misma para todos, y este protocolo afectaba incluso al equipo del caballo.
Un señor no vacilaba en gastarse dos mil dólares en una silla con aplicaciones
de oro, o en unos arneses adornados de marfil y turquesas, si su posición en la
completa jerarquía gubernamental requería tales extravagancias.
En la capital del Tíbet residían dos mil cuatrocientos de los más diestros artesanos de Newar forjando gargantillas, tabaqueras y sables de adorno, así como las bonitas lamparillas de manteca en forma de cáliz, que se utilizan como ofrenda a las divinidades.
Pero el mayor poder y riqueza del Tíbet se hallaba en manos de los monjes, que eran los habitantes más influyentes de Lhasa.
En la capital del Tíbet residían dos mil cuatrocientos de los más diestros artesanos de Newar forjando gargantillas, tabaqueras y sables de adorno, así como las bonitas lamparillas de manteca en forma de cáliz, que se utilizan como ofrenda a las divinidades.
Pero el mayor poder y riqueza del Tíbet se hallaba en manos de los monjes, que eran los habitantes más influyentes de Lhasa.
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