Estandarte del obispo don Gonzalo con la Virgen de Gracia, siglo XV, Catedral de Jaén (actualmente en la exposición Vandelvira después de Vandelvira) Foto: Antonio Erena, 28.12.22 |
ROMANCE DE DON GONZALO
Día era de San Antón,
ese santo señalado,
cuando salen de Jaén
cuatrocientos hijosdalgo
y de Úbeda y Baeza
se salían otros tantos,
mozos deseosos de honra,
y los más enamorados.
En brazos de sus amigas
van todos juramentados
de no volver a Jaén
sin dar moro en aguinaldo.
La seña que ellos llevaban
es pendón rabo de gallo;
por capitán se lo llevan
al obispo don Gonzalo.
Armado de todas armas
en un caballo alazano,
todos se visten de verde
el obispo azul y blanco.
Al castillo de la
Guardia
el obispo había llegado.
Sáleselo a recibir
Mexía, el noble hidalgo:
—Por Dios te ruego, el obispo,
que no pasedes el vado,
porque los moros son muchos,
a la
Guardia habían llegado;
muerto me han tres caballeros
de que mucho me ha pesado:
el uno era tío mío,
el otro mi primo hermano
y el otro es un pajecico
de los míos más preciado.
—Demos la vuelta, señores,
demos la vuelta a enterrallos:
haremos a Dios servicio,
honraremos los cristianos.—
Ellos estando en aquesto,
llegó don Diego de Haro:
—¡Adelante, caballeros,
que me llevan el ganado!
Si de algún villano fuera,
ya lo hubiérades quitado.
Empero alguno está aquí
que le place de mi daño;
no cumple decir quién es,
que es el del roquete blanco.—
El obispo que lo oyera,
dio de espuelas al caballo;
el caballo era ligero,
saltado había un vallado.
Mas al salir de una cuesta,
a la asomada de un llano,
vido mucha adarga blanca,
mucho albornoz colorado
y muchos hierros de lanzas,
que relucían en el campo.
Metídose había por ellos
como león denodado:
de tres batallas de moros
la una ha desbaratado
mediante la buena ayuda
que en los suyos ha hallado;
aunque algunos de ellos mueren,
eterna fama han ganado.
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