Juan Manuel Moreno Bonilla en Doñana, foto: Manuel Vidal, 15.10.19 |
Doñana delenda est. Todo suena como si Juanma Moreno imitase a Catón el
Viejo, el senador romano, frugal pero empecinado, que acababa todos sus
discursos con el lema Carthago delenda est. Ahora hay que destruir
Doñana. Moreno lo intentó en 2022, con una propuesta parlamentaria que
decayó. La reformuló hace unos días, firmándola con Vox.
Y tras los
varapalos del Gobierno, la Comisión Europea y la Unesco, no la retira. Solo
rectifica a medias: su consejero acude a Bruselas para “escuchar” a la
Comisión. Este litigio acabará mal, sí o sí, para él y para su
protector Núñez Feijóo, que se ha mojado a fondo en su defensa: solo admite la
marcha atrás. Pues ampliar regadíos en el entorno del parque (legalizando
pozos clandestinos) como propone, aunque no supone saquear directamente el
acuífero del parque natural, lo socava. Pues “cualquier extracción que se haga,
aunque esté a 30 kilómetros del corazón del parque nacional, tiene efectos
sobre él”, certifica el director de la estación, Eloy Revilla.
El traspiés es ilustrativo. Aflora un negacionismo climático en el PP (¡en su ala moderada!), al
atentar contra “el valor universal” del parque, la “excepcional diversidad del
enclave” y al negarse al “cierre de pozos ilegales”, como le indicó la Unesco.
Evidencia la dependencia de la derecha convencional respecto a su cisterna
ideológica extremista, incluso si no la necesita.
Y desflora su reiterado intento de instrumentar a
Europa en contra de los intereses españoles: atacó los fondos Next Generation;
intentó socavar la reforma laboral que los viabilizaba; boicoteó la de las
pensiones, que era otro requisito; acudió una y otra vez a Bruselas en misión
antipatriótica... siempre abocada al fracaso. ¡Nostalgia de europeístas
conservadores como Íñigo Méndez de Vigo, Marcelino Oreja o José María
Gil-Robles!
El saqueo de Doñana es también contrario a la
internalización de costes: los regalos a los agricultores incumplidores los
ofrece la Junta; las multas las pagan de entrada todos los contribuyentes
españoles, aunque luego puedan repercutirse a la causante. Y es el caso
seguramente más importante en que la irresponsabilidad europea de una autonomía
provoca que el Gobierno deba rectificarla, tras el intento de Canarias de saltarse una normativa arancelaria de la Unión,
resuelto en 1989. No está mal, solo por intentar comprar unos cuantos votos de
algunos agricultores desaprensivos.
Xavier Vidal-Folch, “Hay que destruir Doñana”, El
País, 24.04.23
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