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Callejas de los Lucios |
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Costanilla de Asenjos |
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Portales de Chapero |
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Calle de Camilo José Cela Calles de Brihuega, fotos: Antonio Erena, 02.02.25 |
La
carretera describe una gran curva, y después de pasar el cruce, el viajero se
encuentra de golpe ante Brihuega, que está en un hoyo. Del cruce salen dos
carreteras, además de la que camina el viajero; la de la izquierda, que va a
Utande, y la de la derecha, que va a Algora, otra vez en la carretera general.
Para
bajar a Brihuega hay un atajo por el que se corta bastante. El viajero tira por
el atajo, lleno de piedras, que parece el cauce seco de una torrentera. A algo
más de la mitad del camino se encuentra con un pastorcito que está sentado
sobre una piedra, al lado de un muro partido en pedazos, de un muro que no
acota nada.
—Niño,
¿cómo se llama esta bajada?
El
niño no contesta.
—Oye,
que te estoy hablando. Digo que cómo se llama esta bajada.
El
niño está azarado y no sabe lo que hacer. Mira para los pies del viajero, se
pone colorado hasta las orejas y se pasa una mano por la rodilla. Después. con
un hilo de voz, se decide a contestar:
—No
tiene nombre.
El
viajero da unas perras al niño. El niño, al principio, no quería cogerlas.
Desde
el atajo, Brihuega tiene muy buen aire, con sus murallas y la vieja fábrica de
paños, grande y redonda como una plaza de toros. Por detrás del pueblo corre el
Tajuña, con sus orillas frondosas y su vega verde.
Brihuega
tiene un color gris azulado, como de humo de cigarro puro. Parece una ciudad
antigua, con mucha piedra, con casas bien construidas y árboles corpulentos. La
decoración ha cambiado de repente, parece como si se hubiera descorrido un
telón.
Camilo José
Cela, Viaje a la Alcarria, III, Del
Henares al Tajuña (fragmento).
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