Azulejo con texto de Antonio Machado en la casa de la Cofradía de Bailén, Cerro de la Virgen de la Cabeza, Andújar, foto: Antonio Erena, 3.06.18 |
CLXXI
A LA MANERA DE JUAN DE MAIRENA
Apuntes para una geografía emotiva de España
I
¡Torreperogil!
¡Quién fuera una una torre, torre del campo
del Guadalquivir!
II
Sol en los montes de Baza.
Mágina y su nube negra.
En el Aznaitín afila
su cuchillo la tormenta.
III
En Garcíez
hay más sed que agua;
en Jimena, más agua que sed.
IV
¡Qué bien los nombres ponía
quien puso Sierra Morena
a esta serranía!
V
En Alicún se cantaba:
“Si la luna sale,
mejor entre los olivos
que en los espartales.”
VI
Y en la sierra de Quesada:
“Vivo en pecado mortal:
no te debiera querer;
por eso te quiero más.”
VII
Tiene una boca de fuego
y una cintura de azogue.
Nadie la bese.
Nadie la toque.
Cuando el látigo del viento
suena en el campo: ¡amapola!
(como llama que se apaga
o beso que no se logra)
su nombre pasa y se olvida.
Por eso nadie la nombra.
Lejos, por los espartales,
más allá de los olivos,
hacia las adelfas
y los tarayes de río,
con esta luna de la madrugada,
¡amazona gentil del campo frío!...
Antonio Machado, Cancionero apócrifo
A LA MANERA DE JUAN DE MAIRENA
Apuntes para una geografía emotiva de España
I
¡Torreperogil!
¡Quién fuera una una torre, torre del campo
del Guadalquivir!
II
Sol en los montes de Baza.
Mágina y su nube negra.
En el Aznaitín afila
su cuchillo la tormenta.
III
En Garcíez
hay más sed que agua;
en Jimena, más agua que sed.
IV
¡Qué bien los nombres ponía
quien puso Sierra Morena
a esta serranía!
V
En Alicún se cantaba:
“Si la luna sale,
mejor entre los olivos
que en los espartales.”
VI
Y en la sierra de Quesada:
“Vivo en pecado mortal:
no te debiera querer;
por eso te quiero más.”
VII
Tiene una boca de fuego
y una cintura de azogue.
Nadie la bese.
Nadie la toque.
Cuando el látigo del viento
suena en el campo: ¡amapola!
(como llama que se apaga
o beso que no se logra)
su nombre pasa y se olvida.
Por eso nadie la nombra.
Lejos, por los espartales,
más allá de los olivos,
hacia las adelfas
y los tarayes de río,
con esta luna de la madrugada,
¡amazona gentil del campo frío!...
Antonio Machado, Cancionero apócrifo
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