Juan Pantoja de la Cruz, San Nicolás de Tolentino (1601), Museo del Prado |
Y junto a la oración, la ascesis. Durante el año ayunaba cuatro días por semana;
en adviento y cuaresma, todos los días menos el domingo. En los últimos lustros de su
vida no probó la carne ni el pescado ni los lacticinios. Se alimentaba a base de
legumbres, verduras y pan, y a menudo desazonaba los alimentos con una buena dosis
de agua fría o el abuso de condimentos. Algún día a la semana se concedía algún vasito
de vino, aunque de ordinario lo mezclaba con agua. Particularmente reacio se mostró al
consumo de la carne. Sólo por obediencia llegó a probarla alguna vez en sus últimos
años. Y aun entonces se las ingenió para conjugar la obediencia con la mortificación. En
una ocasión llevó a la boca un trocito de ave y lo demás lo envió a otros religiosos
enfermos. El obispo de Camerino cuenta que en otra ocasión intimó el vuelo a dos
perdices asadas que le ofrecía una devota, y ellas obedecieron al instante: «Seguid
vuestro camino. E, inmediatamente, las perdices echaron a volar». El pueblo cristiano se
apoderaría pronto de esta escena y la convertiría en el atributo más frecuente en la
iconografía de nuestro santo.
Ángel Martínez Cuesta, OAR, "San Nicolás de Tolentino" (fragmento), en Agustinos Recoletos (página web)
No hay comentarios:
Publicar un comentario