jueves, 19 de enero de 2023

Viaje de invierno

Caspar David Friedrich, Arbustos en la nieve (Gebüsch im Schnee), c. 1827-28, Galerie Neue Meister im Albertinum, Dresde 
Julius Patzac interpreta Viaje de invierno (Winterreise) de Franz Schubert (audio)

I
Among twenty snowy mountains,  
The only moving thing  
Was the eye of the blackbird.  
 
II
I was of three minds,  
Like a tree  
In which there are three blackbirds.  
 
III
The blackbird whirled in the autumn winds.  
It was a small part of the pantomime.  
 
IV
A man and a woman  
Are one.  
A man and a woman and a blackbird  
Are one.  

V
I do not know which to prefer,  
The beauty of inflections  
Or the beauty of innuendoes,  
The blackbird whistling  
Or just after.  
 
VI
Icicles filled the long window  
With barbaric glass.  
The shadow of the blackbird  
Crossed it, to and fro.  
The mood  
Traced in the shadow  
An indecipherable cause.  
 
VII
O thin men of Haddam,  
Why do you imagine golden birds?  
Do you not see how the blackbird  
Walks around the feet  
Of the women about you?  
 
VIII
I know noble accents  
And lucid, inescapable rhythms;  
But I know, too,  
That the blackbird is involved  
In what I know.  
 
IX
When the blackbird flew out of sight,  
It marked the edge  
Of one of many circles.  
 
X
At the sight of blackbirds  
Flying in a green light,  
Even the bawds of euphony  
Would cry out sharply.
 
XI
He rode over Connecticut  
In a glass coach.  
Once, a fear pierced him,  
In that he mistook  
The shadow of his equipage  
For blackbirds.  
 
XII
The river is moving.  
The blackbird must be flying.  
 
XIII
It was evening all afternoon.  
It was snowing  
And it was going to snow.  
The blackbird sat  
In the cedar-limbs.
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I
Entre veinte montañas nevadas,
la única cosa que se movía
era el ojo del mirlo.
 
II
Yo tenía tres pensamientos,
como un árbol
en el que hay tres mirlos.

III
El mirlo giraba en los vientos otoñales.
Era una pequeña parte de la pantomima.
 
IV
Un hombre y una mujer
son uno.
Un hombre y una mujer y un mirlo
son uno.
 
V
Yo no sé cuál preferir,
la belleza de las inflexiones
o la belleza de las insinuaciones,
el mirlo silbando
o justo lo de después.

VI
Los carámbanos cubrieron la alargada ventana
con salvaje cristal.
La sombra del mirlo
la cruzó, de un lado a otro.
El ánimo
trazó en la sombra
un motivo indescifrable.
 
VII
Oh, delgados hombres de Haddam,
¿por qué os imagináis pájaros dorados?
¿No veis cómo el mirlo
anda alrededor de los pies
de las mujeres que os rodean?
 
VIII
Yo conozco nobles acentos
y lúcidos, ineludibles ritmos;
pero yo sé, también,
que el mirlo está involucrado
en lo que sé.
 
IX
Cuando el mirlo se perdió de vista,
marcó el borde
de uno de muchos círculos.
 
X
A la vista de los mirlos
volando en una luz verde,
incluso los tratantes de la eufonía
gritarían agudamente.
 
XI
Él viajó sobre Connecticut
en un coche de cristal.
Una vez, un temor lo traspasó,
en eso confundió
la sombra de su equipaje
con mirlos.
 
XII
El río se está moviendo.
El mirlo debe estar volando.
 
XIII
Fue de noche toda la tarde.
Estaba nevando
e iba a seguir nevando.
El mirlo se posó
en las ramas del cedro.

Wallace Stevens, «Trece maneras de mirar un mirlo» (“Thirteen Ways of Looking at a Blackbird”), de Poemas reunidos de Wallace Stevens (The Collected Poems of Wallace Stevens), 1954, trad.: Antonio Erena.

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