martes, 28 de junio de 2016

Resultado

Sarcófago etrusco de Seianti Hanunia Tlesnasa, British Museum, Londres
Pedro G. Cuartango, Lo viejo conocido

Rectius vives, Licini, neque altum
semper urgendo neque, dum procellas
cautus horrescis, nimium premendo
litus iniquum.

auream quisquis mediocritatem
diligit, tutus caret obsoleti
sordibus tecti, caret invidenda
sobrius aula.

saepius ventis agitatur ingens
pinus et celsae graviore casu
decidunt turres feriuntque summos
fulgura montis.

sperat infestis, metuit secundis
alteram sortem bene praeparatum
pectus: informis hiemes reducit
Iuppiter, idem

submovet; non, si male nunc, et olim
sic erit: quondam cithara tacentem
suscitat Musam neque semper arcum
tendit Apollo.

rebus angustis animosus atque
fortis adpare, sapienter idem
contrahes vento nimium secundo
turgida vela.
 

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Mejor, Licinio, vivirás si a la alta
mar no te arrojas siempre ni, por miedo
a las tormentas, mucho a la insegura
costa te ciñes.

Quién la mediocridad áurea prefiera,
abrigado, más libre está del sórdido
techo ruinoso, y sobrio a la envidiable
sala renuncia.

Al pino ingente más el viento azota;
con más estruendo cae la torre insigne;
el rayo suele herir las altas cumbres
de las montañas.

El alma bien dispuesta en los desastres
espera y teme un cambio de la suerte
cuando todo va bien. Júpiter feos
inviernos trae

y se lleva. Lo malo no es eterno.
No siempre el arco tiende Apolo: a veces
empuñando su cítara a la tácita
Musa despierta.

Sé valiente en lo adverso y animoso,
pero recoger velas sabiamente
debes si demasiado favorable
soplare el viento.

Horacio, OdasII, 10, trad. de Manuel Fernández-Galiano y Vicente Cristóbal

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