jueves, 9 de julio de 2020

miércoles, 8 de julio de 2020

Perritos 30 (el mundo al revés)

Andrés, Maya y Mila en Cádiz
Foto: Andrés Erena (13.06.20)
   Mar sesgo, viento largo, estrella clara,
camino, aunque no usado, alegre y cierto,
al hermoso, al seguro, al capaz puerto
llevan la nave vuestra, única y rara.

  En Scilas ni en Caribdis no repara,
ni en peligro que el mar tenga encubierto,
siguiendo su derrota al descubierto,
que limpia honestidad su curso para.

  Con todo, si os faltara la esperanza
del llegar a este puerto, no por eso
giréis las velas, que será simpleza.

  Que es enemigo amor de la mudanza,
y nunca tuvo próspero suceso
el que no se quilata en la firmeza.

Miguel de Cervantes, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, historia setentrional, Libro Primero, Capítulo Nono

martes, 7 de julio de 2020

Descanso

Aceitunero, uno de los toros de Cebada Gago para la corrida del 9 de julio de 2018 en Pamplona
Fuente: revista Aplausos
A pesar de su presente decadencia en todas las cualidades más esenciales, la fiesta de toros es todavía, si no la emoción más fuerte de la nación, al menos el único símbolo que lo abarca todo y distingue al pueblo español en sus gustos del de otras tierras. Se han intentado hacer carreras de caballos y han fracasado; no hay multitudes partidarias de un equipo de fútbol u otro, ni silenciosos espectadores en los campos de cricket. La corrida es lo único que llena las festividades españolas.

Abel Chapman y Walter J. Buck, La España inexplorada (Unexplored Spain, Londres, 1910), ed. Sevilla, 1989, p. 215.

domingo, 5 de julio de 2020

El músico de la semana 29

Daniel Barenboim (15.11.1942)
Fuente: "Daniel Barenboim @ 75: Recordings, part 3", entrada del 6.11.17 en from the archives,
Musings from the Rosenthal Archives of the Chicago Symphony Orchestra Association (página web)

Canal oficial de Daniel Barenboim en YouTube

viernes, 3 de julio de 2020

Música popular 107

Burning (1974 - 2019)
detalle de foto de portada del doble CD Lo que el tiempo no borró, Todos sus grandes éxitos
Burning, Lo que el tiempo no borró, Todos sus grandes éxitos (audio)

¿Qué hace una chica como tú
en un sitio como éste?
¿Qué clase de aventura
has venido a buscar?
Los años te delatan, nena,
estás fuera de sitio.
Vas de caza,
¿a quién vas a atrapar?

No utilices tus juegos conmigo.

Mujer fatal, siempre con problemas.
Mujer fatal, siempre con problemas.

¿Qué tienes en los ojos, nena,
o es que vas a llorar?
Ya sé que alguien pisó tu orgullo
en un oscuro portal.
No intentes atraparme,
ya he aprendido a volar.

¿Qué hace una chica como tú
en un sitio como éste?
¿Qué hace una chica como tú
en un sitio como éste?
¿Qué hace una chica como tú
en un sitio como éste?
¿Qué hace una chica como tú
en un sitio como éste?

Mujer fatal, siempre con problemas.
Mujer fatal, siempre con problemas.
Mujer fatal, éste no es tu sitio.
Mujer fatal, siempre con problemas.
Mujer fatal, tú siempre con problemas.
Mujer fatal, tú eres fatal.
Mujer fatal, éste no es tu sitio.
Mujer fatal, tú eres fatal.
Mujer fatal, éste no es tu sitio.

Burning, ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?

jueves, 2 de julio de 2020

Reloj

Torre del Reloj, Andújar
Foto: Antonio Erena, 26.06.20
Habas contadas (anterior entrada del blog)

Cuando en la noche sombría
Con la luna cenicienta,
De un alto reloj se cuenta
La voz que dobla a compás;
Si al cruzar la extensa plaza
Se ve en su tarda carrera
Rodar la mano en la esfera,
Dejando un signo detrás,
Se fijan allí los ojos,
Y el corazón se estremece,
Que según el tiempo crece,
Más pequeño el tiempo es;
Que va rodando la mano,
Y la existencia va en ella,
Y es la existencia más bella
Porque se pierde después.
¡Tremenda cosa es pasando
Oír, entre el ronco viento,
Cuál se despliega violento
Desde un negro capitel
El son triste y compasado
Del reloj, que da una hora
En la campana sonora
Que está colgada sobre él!
Aquel misterioso círculo,
De una eternidad emblema,
Que está como un anatema
Colgado en una pared,
Rostro de un ser invisible
En una torre asomado,
Del gótico cincelado
Envuelto en la densa red,
Parece un ángel que aguarda
La hora de romper el nudo
Que ata el orbe, y cuenta mudo
Las horas que ve pasar;
Y avisa al mundo dormido,
Con la punzante campana,
Las horas que habrá mañana
De menos al despertar.
Parece el ojo del tiempo,
Cuya viviente pupila
Medita y marca tranquila
El paso a la eternidad;
La envió a reír de los hombres
La Omnipotencia divina,
Creó el sol que la ilumina,
Porque el sol es la verdad.
Así a la luz de esa hoguera
Que ha suspendido en la altura,
Crece la humana locura,
Mengua el tiempo en el reló;
El sol alumbra las horas
Y el reloj los soles cuenta,
Porque en su marcha violenta
No vuelva el sol que pasó.
Tremenda cosa es, por cierto,
Ver que un pueblo se levanta
Y se embriaga y ríe y canta
De una plaza en derredor;
Y ver en la negra torre
Inmoble un reloj marcando
Las horas que va pasando
En su báquico furor.
Tal vez detrás de la esfera
Algún espíritu yace
Que rápidamente hace
Ambos punzones rodar
Quizá al declinar el día,
Para hundirse en Occidente
Asoma la calva frente,
El universo a mirar.
Quizá a la luz de la luna
Allá en la noche callada,
Sobre la torre elevada
A meditar se asentó:
Y por la abierta ventana,
Angustiado el moribundo,
Al despedirse del mundo
De horror transido le vio.
Quizá asomando a la esfera
La noche pasa y los días,
Marcando la hora postrera
De los que habrán de morir;
Quizá, la esfera arrancando,
Asome al oscuro hueco
El rostro nervioso y seco
Con sardónico reír.

¡Ay, que es muy duro el destino
De nuestra existencia ver
En un misterioso círculo
Trazado en una pared!
Ver en números escrito
De nuestro orgulloso ser
La miseria..., el polvo..., nada,
Lo que será nuestro fue.
Es triste oír de una péndola
El compasado caer
Como se oyera el rüido
De los descarnados pies
De la muerte, que viniera
Nuestra existencia a romper;
Oír su golpe acerado
Repetido una, dos, tres,
Mil veces, igual, continuo
Como la primera vez.
Y en tanto por el Oriente
Sube el sol, vuelve a caer,
Tiende la noche su sombra,
Y vuelve el sol otra vez,
Y viene la primavera,
Y el crudo invierno también,
Pasa el ardiente verano,
Pasa el otoño, y se ven
Tostadas hojas y flores
Desde las ramas caer.
Y el reloj dando las horas
Que no habrán más de volver;
Y murmurando a compás
Una sentencia cruel,
Susurra el péndulo: «¡Nunca,
Nunca, nunca vuelve a ser
Lo que allá en la eternidad
Una vez contado fue!»


José Zorrilla, El reloj

miércoles, 1 de julio de 2020

Pandemia 12

Nicolás de Bussy, El triunfo de la Cruz ("La Diablesa"), Museo Arqueológico de Orihuela
Foto: M. Sola B.
Formación, anterior entrada del blog
Pandemia 7, anterior entrada del blog

En las primeras semanas de la pandemia, los españoles nos acostumbramos a ver escenas milenaristas grabadas por particulares en las que se nos mostraba a curas bendiciendo sus pueblos desde el remolque de un camión agrícola (en Deltebre, en Tarragona) o desde el tejado de su parroquia (en Arroyo de la Luz, en Cáceres) o rezando el vía crucis en solitario por las calles desiertas de los suyos (varios) y hasta diciendo misa con un megáfono desde el balcón de un edificio (en León, donde, al finalizar el cura la ceremonia con el habitual “Podéis ir en paz”, se oyó la voz en off de un vecino que le respondía: “¿A dónde?”, recordándole que estaban en pleno confinamiento). Fuera de esas escenas, la Iglesia se limitó a cumplir las órdenes del Gobierno y se quedó, como todo el mundo, encerrada en casa a esperar que pasara la tempestad. Pero, en cuanto esta ha amainado un poco, ha hecho acto de presencia y no precisamente para ayudar a calmar las ya de por sí revueltas aguas políticas del país.
Primero fue un exministro del Interior de Mariano Rajoy, el vallisoletano Jorge Fernández Díaz, el que en una declaración grabada por él mismo, lo que no deja lugar a interpretaciones, nos confió a todos los españoles lo que el Papa emérito (perdón por el adjetivo, pero lo es) le dijo en una entrevista privada en el Vaticano: que el demonio estaba detrás del independentismo catalán, pues quería vengarse de España por los servicios prestados por nuestro país al catolicismo (la evangelización de América o la derrota del comunismo internacional en la guerra civil, entre otros), y ahora son dos voces autorizadas de la Iglesia las que han vuelto a traer a colación al demonio para explicar lo que está pasando en el mundo: una, la del cardenal y arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, quien ha afirmado en una homilía que la vacuna contra el coronavirus será obra del maligno, pues se está investigando con células de fetos abortados, y el otro, un tal José Luis Mendoza, presidente de la Universidad Católica de Murcia y miembro destacado de los autodenominados kikos, quien ha atribuido al Anticristo y a “las fuerzas del mal” la pandemia vírica, al tiempo que nos previene contra la intención de éstas de implantarnos, junto con la vacuna, cuando se consiga, un chip para controlar nuestra libertad. Es decir, que tengamos cuidado con el demonio, que anda suelto.
Creo que he hecho mal dejando el anís, habría dicho un cuñado mío a la vista de estas declaraciones, pero yo, temeroso de Dios y del demonio, no me atrevo a tanto, como seguramente les pasará a más de uno de ustedes, queridos lectores. Eso sí, me asombro de que estas cosas las digan personas normales, o aparentemente normales a tenor de los cargos que ocupan o que ocuparon en un momento: un Papa (emérito o en activo, da lo mismo), un cardenal, el presidente de una Universidad y un exministro del Interior, responsable, entre otros, de los operativos policiales patrióticos desplegados en Cataluña durante su mandato, por ejemplo. ¿En manos de quiénes estamos?, podríamos preguntarnos, si no supiéramos que es el demonio el que está detrás intrigando y urdiendo tretas para confundirnos y para que no veamos que el Anticristo es el que dirige el mundo con apoyo de todas las fuerzas del mal, esas que pugnan por destruir España y a la Iglesia católica. ¡Vade retro, Satanás!

Julio Llamazares, El demonio ha vuelto, El País, 20.06.20