martes, 30 de mayo de 2023

lunes, 22 de mayo de 2023

Collige, virgo, rosas

Copa con rosas y margaritas, foto: Antonio Erena, 22.05.23
En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende al corazón y lo refrena;
 
   y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena;
 
   coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
 
   Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre.
 
Garcilaso de la Vega, Obras, Soneto XXIII, «En tanto que de rosa y azucena»,
ed. Tomás Navarro, Madrid, Espasa-Calpe, 1973, 10. ª ed.

* * *

Estás ya con quien quieres. Ríete y goza. Ama.
Y enciéndete en la noche que ahora empieza,
y entre tantos amigos (y conmigo)
abre los grandes ojos a la vida
con la avidez preciosa de tus años.
La noche, larga, ha de acabar al alba,
y vendrán escuadrones de espías con la luz,
se borrarán los astros, y también el recuerdo,
y la alegría acabará en su nada.
 
Mas, aunque así suceda, enciéndete en la noche,
pues detrás del olvido puede que ella renazca,
y la recobres pura, y aumentada en belleza,
si en ella, por azar, que ya será elección,
sellas la vida en lo mejor que tuvo,
cuando la noche humana se acabe ya del todo,
y venga esa otra luz, rencorosa y extraña,
que antes que tú conozcas, yo ya habré conocido. 

Francisco Brines, «Collige, virgo, rosas», El otoño de las rosas (1986)

viernes, 19 de mayo de 2023

Música popular 168

Natalia Lafourcade (Ciudad de México, 26.02.1984), fuente: 100 Pop Español (página web)
Lafourcade y Omara Portuondo, acompañadas por Los Macorinos, cantan Tú me acostumbraste, Frank Domínguez (vídeo)


Soy ese vicio de tu piel
que ya no puedes desprender.
Soy lo prohibido.
Soy esa fiebre de tu ser
que te domina sin querer.
Soy lo prohibido.
 
Soy esa noche de placer,
la de la entrega sin papel.
Soy tu castigo.
Porque en tu falsa intimidad,
en cada abrazo que le das,
sueñas conmigo.
 
Soy el pecado que te dio
nueva ilusión en el amor.
Soy lo prohibido.
Soy la aventura que llegó
para ayudarte a continuar
en tu camino.
 
Soy ese beso que se da
sin que se pueda comentar.
Soy ese nombre que jamás
fuera de aquí pronunciarás.
Soy ese amor que negarás
para salvar tu dignidad.
Soy lo prohibido.

miércoles, 17 de mayo de 2023

Horror vacui

Gaspar de Crayer, Felipe IV en armadura de desfile (Philip IV in Parade Armor), c. 1628, Met, Nueva York
Aniversarios 18, anterior entrada del blog

¡Oh tú, temprano sol que en el oriente
de tus primeros años has nacido
coronado de luz resplandeciente,
 
salve! Y en tanto que a tu grato oído
de mi voz, por cantarte, los acentos  
labios son de metal contra el olvido,
 
con presagios de ilustres vencimientos
escucha el fin que a tu principio encierra,
rendidos a tus pies los elementos.
 
La tierra te consagra el que a la tierra  
sujetó, cuando, próvida en su celo,
los líquidos tesoros desencierra,
 
y, lloviendo al revés, salpicó el cielo,
desangrando a Neptuno en rica fuente
por venas de cristal sangre de hielo.  
 
El mar te rinde aquel cuyo tridente
tantas veces venció su orgullo fiero,
segunda vez a límite obediente,
 
aquel del mar Neptuno verdadero,
que en varias partes no se distinguía  
cuándo segundo fue, cuándo primero.
 
Del dulce viento la región vacía
favorable te ofrece aquella ave
que en éxtasis de amor vientos bebía.
 
Ave amorosa, pues, que con süave  
pluma llegó hasta el sol, en su sosiego
volando dulce y suspendiendo grave.
 
El fuego te asegura el que del fuego
nombre tomó, y el luminoso espacio
arrebatado vio, turbado y ciego.  
 
Vive, ¡oh Felipe! en celestial palacio,
pues a tu admiración el cielo atento,
la tierra te da Isidro, el fuego Ignacio,
Francisco el mar, cuando Teresa el viento.
 
Pedro Calderón de la Barca, A Felipe IV

martes, 16 de mayo de 2023

Con flores a María

La Virgen de la Cabeza de Torredonjimeno en su altar de cultos, iglesia de Santa María, foto: Antonio Erena, 16.05.23
Venid y vamos todos
con flores a porfía,
con flores a María
que madre nuestra es.
 
De nuevo aquí nos tienes,
purísima doncella,
más que la luna bella,
postrados a tus pies.
 
A ofrecerte venimos
flores del bajo suelo,
con cuanto amor y anhelo,
Señora, tú lo ves.
 
Por ellas te rogamos,
si cándidas te placen,
las que en la gloria nacen
en cambio tú nos des.
 
También te presentamos,
como más gratos dones,
rendidos corazones
que tú ya los posees.
 
No nos dejes un punto,
que el alma pobrecilla,
cual frágil navecilla,
sin ti diera al través.
 
Tu poderosa mano
defiéndanos, Señora,
y siempre desde ahora
a nuestro lado estés.

Román Jimeno Ibáñez (Santo Domingo de la Calzada, 18.11.1799 - Madrid, 25.11.1874), Venid y vamos todos, letrillas para cantar el mes de María.

miércoles, 10 de mayo de 2023

Brumas 9

Atardecer después de desmontar la cruz de mayo, a la izquierda la casa-cofradía de Jesús Nazareno, calle Fuentecilla, Torredonjimeno, foto: Antonio Erena, 8.05.23
En el tabaco, en el café, en el vino,
al borde de la noche se levantan
como esas voces que a lo lejos cantan
sin que se sepa qué, por el camino.

Livianamente hermanos del destino,
dióscuros, sombras pálidas, me espantan
las moscas de los hábitos, me aguantan
que siga a flote entre tanto remolino.

Los muertos hablan más pero al oído,
y los vivos son mano tibia y techo,
suma de lo ganado y lo perdido.

Así un día en la barca de la sombra,
de tanta ausencia abrigará mi pecho
esta antigua ternura que los nombra.

Julio Cortázar, «Los amigos»,
de Salvo el crepúsculo, 1984 (ed. Alfaguara, 2009)

martes, 9 de mayo de 2023

Ayer y hoy 31

F. J. Parcerisa y otros, «Jaén», litografía en Recuerdos y Bellezas de España, Reino de Granada, Imprenta Repullés, Madrid, 1850
Jaén, calle Bernabé Soriano (La Carrera), foto: Agustín Garzón Martínez, en Jaén Foto a Foto, Pinterest
     Está sentada Jaén en la falda de un cerro cuya cumbre ocupan las imponentes ruinas de un castillo. Báñanla al oriente las claras aguas del Guadalbullon, y está casi en derredor cercada de huertas y jardines, entre cuyos árboles y flores descuella la oriental palmera. Montes elevados le prestan abrigo y sombra al mediodía; y de ellos como de un fondo dispuesto por el arte se destacan bellamente las torres de sus templos y las agujas de su catedral, suspendida al parecer sobre los techos del contorno.
     Sus calles son estrechas y tortuosas, pero producen un efecto agradable en el ánimo del viajero sus blancas paredes, sus hermosos balcones, cubiertos unos de pámpanos y yedra, recamados otros de madreselva, y adornados todos en los ángulos de sus barandillas con jarras de Andújar, cuya agua guardan del polvo paños orlados de en- cage, sus frescos y deliciosos patios alfombrados de vistosas plantas y animados por el murmullo de fuentes que brotan de esbeltas copas coronadas de flores. La soledad y el silencio que reinan en algunas calles contribuyen á hacer aun mas dulce la impresión de estas bellezas. Se recuerda involuntariamente la vida toda interior de los musulmanes, y hay momentos en que se llega á creer que está aun habitada la ciudad por Zaides y Zulemas.
     No causan una sensación menos viva sus antiguos muros. Están ya medio derribados y confundidos entre casas humildes, que se sentaron en lo alto de sus adarves ó pasaron desdeñosamente sobre sus escombros; mas se levantan aun á trechos grandes lienzos ceñidos de torreones, y se fija con placer la vista en esos restos sombríos, adornados ya por los siglos de yerbas parásitas que agita con dulzura el viento. Levántanse todavía entre ellos puertas que vieron pasar á El Ahmar y á S. Fernando; y sobre sus arcos, ya ogivales como los del Portillo del Arroyo de S. Pedro, ya de herradura como los que tuvo la puerta de Granada y conserva la de Martos misteriosamente ocultos á la espalda de una torre; son tantos los hechos que en un momento puede amontonar la fantasía, que al contemplarlos apenas saben moverse fuera de sus curvas ni la memoria ni los ojos.
     Desde estas puertas trepan las murallas por lo mas alto del cerro hasta enlazarse con las del castillo, defendido de oriente á mediodía por espantosos precipicios. Está ya hoy esta antigua fortaleza medio destruida, desmoronada su cerca, truncada la cabeza de sus cubos y torreones, sin techo sus cuarteles; mas descuellan sobre estas ruinas torres que parecen desafiar el furor de los siglos y las tempestades, y estas hablan todavía en alta voz de la importancia de la obra y de la grandeza de los héroes que la levantaron y defendieron contra las armas de los árabes. La torre del Homenage sobre todo es imponente. Levanta sobre las demas su corona de almenas; y enclavada en medio de las mas altas se presenta aun como la reina del alcázar. Encierra en su interior salas tristes y reducidas; pero hasta en ellas revela grandiosidad y fuerza. Son recios sus muros, bajas y robustas sus bóvedas por arista, grueso el pilar central en que descansan sus ogivas; y al visitarlas causa una sensación profunda hasta el silencio que las ocupa, hasta la mustia y escasa luz que entra por sus troneras, al parecer solo para aumentar el efecto de sus claros y sus sombras. Apenas se entra en estas salas es ya difícil detener el vuelo de la imaginación; pero mucho mas, cuando se pone el pié en la plataforma superior de la torre, donde se cree ver enarbolada la bandera de S. Fernando y oir á uno de los héroes de la edad media gritando de pechos sobre la barbacana: alzad el puente, cubrid de lanzas adarves y torreones, nadie abandone el muro sino con la vida. A vuestros piés están los abismos que han de ser la tumba de vuestros cuerpos antes que el sepulcro de vuestras honras, arrojad en lo profundo á vuestros enemigos.
 
Francisco Pi y Margall. Recuerdos y bellezas de España, Reino de Granada, Capítulo duodécimo. 
«Jaén, Baeza, Úbeda», Imp. Repullés, Madrid, 1850, p. 155-157.

lunes, 8 de mayo de 2023

Triples 28

Teresa Gimpera (Igualada, 21.09.1936) en una imagen promocional de la sala Bocaccio, foto: Xavier Miserachs
Mónica Randall, (Barcelona, 18.11.1942) foto: César Malet
Sonia Bruno (Barcelona, 31.07.1945), foto: Gianni Ferrari

jueves, 4 de mayo de 2023

Tenantes

Francisco del Castillo el Mozo (atrib.), portada del palacio de los Cobaleda-Nicuesa, Jaén
Foto: Antonio Erena, 1.05.23
… y todas estas piedras antiguas con letras notables que de presente se han hallado en esta Peña de Martos y pudieron ser traídas, las han mandado ahora juntar y traer de diversas partes y lugares y quitarlas de otros edificios y torres donde estaban puestas y ponerlas todas juntas por maravillosa orden y artificio en el suntuoso edificio público de casas de cabildo y cárcel, que en la plaza de esta villa ha mandado al presente hacer y edificar de nuevo el Ilustre Ayuntamiento y república tuccitana de Martos, a cuya diligencia y cuidado deben mucho todos los curiosos de saber estos deleites y provechos de antigüedades, por haberlas así juntado y puesto en la muralla y pared principal de este edificio, donde con facilidad se pueden leer y sacar las letras y cifras de ellas, por cuya causa será este edificio de los notables y celebrados que haya en España. Donde se hallarán más de cuarenta piedras antiguas con letras esculpidas y columnas y mármoles de diversos colores, y asimismo estatuas antiguas y otras modernas esculpidas por el singular arquitecto y escultor Francisco de Castillo, natural de la ciudad de Jaén y muy conocido en España por haber sido maestro de los edificios que el Papa Julio Tercio, de feliz recordación, mandó edificar en la ciudad de Roma, fuera de la puerta el Populo, en una viña que fué de su tío el Cardenal de Monte, que en dar a las figuras y estatuas las aptitudines y movimientos y gracias convenientes, pudiera competir con aquellos famosísimos escultores que, si no con Fidias, Praxíteles y Escopas, a lo menos con cualquiera de los demás antiguos, como claro parece y se podrá entender por las figuras de los sátiros que de estuco y otras estatuas de mármol quedaron hechas de su mano en Roma, en aquellos edificios del Papa Julio, y por los que aquí en esta gran Peña de Martos ha esculpido y labrado de su mano propia, como son la estatua de Neptuno con su Tridente en la mano, que está puesta en lo alto de la fuente de la plaza, como remate de aquella obra que cierto es estatua admirable y que tiene grandísima perfección en el arte de la escultura; y alguna de las figuras de los niños que echan el agua por las vinas o zaques que tienen en los hombros, que están esculpidos en la misma fuente: que todo no carece de grande artificio.

     Demás de éstas hay dos singulares estatuas de piedra, una de la justicia y otra de la misericordia, que están puestas en la portada que en la misma casa de Ayuntamiento y cárcel se ha labrado, las cuales tienen en medio el escudo y armas reales de los Reyes de España, todo labrado con mucho ornato de arquitectura. Hay más en aquella portada: cuatro estatuas de unos niños que tan al natural sustentan y tienen en sus brazos los escudos y las demás armas que allí están puestas, que son las de la Peña y villa de Martos, todas las cuales estatuas si acontecieran a hacerse en tiempo de los romanos antiguos fueran por ellos muy estimadas y celebradas; y así va la Peña de Martos resucitando y volviendo en alguna parte de la grandeza y nobleza que antiguamente solía tener.

Diego de Villalta, Historia de la antigüedad y fundación de la Peña de Martos (1579), ed. Joaquín Codes Contreras, Madrid, 1923, pp. 140-141.

miércoles, 3 de mayo de 2023

Día de la Cruz

Cruz de Mayo en Plaza Larga, dibujo de Julio Cámara Romero (2012) para la novela El secreto del escultor de Antonio Erena

Caía la tarde y a partir de Plaza Nueva una multitud se agolpaba en la estrecha calle junto al río, rumbo a lo alto del Albaicín. Para evitar los agobios nos desviamos a la izquierda, por un callejón, y a paso lento fuimos trepando hasta alcanzar por fin el mirador de San Nicolás, esta vez no lleno del público de la ocasión anterior del Domingo de Ramos, sino abarrotado de hermanos de la cofradía más numerosa de la ciudad, muy por encima de las de Semana Santa: la del botellón y asimilados, montándose la gran juerga.

Me encantan estas fiestas populares comenté en medio de la gente.

Te lo advertí rio Esperanza viendo mi cara.

Eres una gran profeta le dije.

La agarré y saltamos a un lado para esquivar a unos que se divertían arrojándose el contenido de las litronas, mientras hablaban a gritos por el móvil.

Hace fresquito. Mira la sierra. Todavía hay bastante nieve. ¡Qué año tan raro! ¡Con el calor que siempre hace en las Cruces! chilló mi amiga.

Entre la bulla, nos acercamos al pretil de la plaza para contemplar el panorama.

¡Como me empujen me mato! gritó Esperanza mirando a la calle, unos metros por debajo.

Vamos a Plaza Larga a ver la cruz le sugerí en vista de las circunstancias.

¿El qué? dijo Esperanza. ¡No te oigo! ¡Con este jaleo!

Que me sigas a un sitio más tranquilo le contesté, levantando también la voz. A Plaza Larga, a ver la cruz repetí.

Vale, sí, vámonos de aquí. Espero que la hayan montado, con estos vándalos comentó escéptica.

Sí que estaba la cruz, adornada con flores, macetas, cacharros de cobre y de cerámica, mantones de Manila y otros muchos objetos en abigarrada composición, y, cómo no, con sus tijeras clavadas en un pero o manzana en primer término, para que no le pusiéramos defectos, según la tradición. En uno de los mostradores instalados al aire libre pedimos unas cervezas, bajo los decibelios que atronaban el ambiente, y fuimos luego al mismo restaurante en el que almorzamos el Domingo de Ramos. Después de luchar para conseguir una mesa apartada de los altavoces, en los que también rugían a todo sonar las sevillanas y otras músicas indefinibles, elegimos varias tapas y cenando le conté a Esperanza mis últimos avances. Coincidió con Mario: puras invenciones y fantasías. Tampoco yo me los creía demasiado. Pero ahí estaban las cosas, como dijo Germán, para quién las quisiera ver.

Terminando me pedí un whisky y, mientras enumeraba mentalmente los detalles de lo que nos quedaba por hacer, para tranquilizarla a ella, y también a mí, le estuve narrando a mi amiga el origen de la tumultuosa celebración en cuyo ruidoso meollo nos encontrábamos. Lo había leído unos días antes, para distraer mi espera en el lejano Madrid. Había nacido la fiesta de un suceso ocurrido en otro famoso convento granadino, quizás el más bello de la ciudad, el de Santa Isabel la Real, erigido por la reina Católica sobre parte de lo que había sido el palacio de Aixa, la madre de Boabdil, que se trasladó allí desde la Alhambra tras ser repudiada por su marido, el sultán Muley Hacén, enamorado de la cautiva Isabel de Solís, y que fue conocido desde entonces como Dar al-Horra, «la casa de la señora honesta». Resulta que, no mucho después de su fundación, las monjas habían oído salir voces de una pared y, derribando el muro, habían hallado dentro un trozo de la verdadera cruz de Cristo, un auténtico lignum crucis, desde entonces venerado con fervor por todo el barrio.

Antonio Erena Camacho, El secreto del escultor, Gráficas La Paz, Torredonjimeno, 2012, pp. 247-249.

«Adiós a una cruz histórica de Granada», diario Ideal, 1.05.19

martes, 2 de mayo de 2023

Edículo

Anillo con edículo que representa el Santo Sepulcro, ¿Torredonjimeno?, S. VII (Museo Arqueológico de Córdoba), exposición «Cambio de Era. Córdoba y el Mediterráneo Cristiano», Córdoba, foto: Antonio Erena, 9.03.23
«Viaje al secreto más oculto del Santo Sepulcro», La Vanguardia, 14.04.17