lunes, 13 de junio de 2022

Casamentero

Juan Bautista Maíno, La aparición del Niño Jesús a san Antonio
(atrib., c. 1608-10), c. p., Italia. Fuente: Ars Magazine
A san Antonio,
como es un santo
casamentero,
pidiendo matrimonio
le agobian tanto,
que yo no quiero
pedirle al santo
más que un amor sincero.
 
Yo, señorita,
que soy soltero
y enamorado,
la veo tan bonita,
y soy sincero,
que estoy pasmado
de que un soltero
no lleve usted a su lado.
 
¡Ay, que zaragatero es usted!
¡Yo soy un caballero español!
¡Yo no soy extranjera!
¡Abra usted el quitasol
para que no se muera
de celos el sol!
 
A la sombra
de una sombrilla,
de encaje y seda,
con voz muy queda
canta el amor.
A la sombra
de una sombrilla
son ideales
los madrigales
a media voz... (bis).
 
Me maravilla,
cuando llegaba
lo más sabroso,
que cierre la sombrilla.
Lo bueno acaba,
si es peligroso.
Pero faltaba
saber si soy dichoso.
 
La dicha es cosa
que no se alcanza
tan de repente,
la dicha es caprichosa.
Mas gira y danza
junto al que siente
que una esperanza
le alumbra suavemente.
 
¡Ay, qué zaragatero es usted!
¡Yo soy un caballero español!
¡Yo no soy extranjera!
¡Abra usted el quitasol
para que no se muera
de celos el sol!
 
A la sombra
de una sombrilla,
de encaje y seda,
con voz muy queda
canta el amor.
A la sombra
de una sombrilla
son ideales
los madrigales
a media voz… (bis).

¡Qué amable intimidad!
¡Qué bueno el quitasol!
¡Qué gozo da sentir
las flechas del amor!
¡Amor!
 
Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw, «Mazurca de las Sombrillas», Luisa Fernanda

No hay comentarios:

Publicar un comentario