Plaza de España con la fuente de los Tritones, Atienza (Concurso de Pintura Rápida 2022) Foto: Antonio Erena (25.06.22) |
Atienza de los
juglares,
alto navío de ruinas
que nunca has visto los mares:
te traigo —mis azahares—
ramos de espumas marinas.
alto navío de ruinas
que nunca has visto los mares:
te traigo —mis azahares—
ramos de espumas marinas.
Castillo, línea
quebrada,
dibujada
sobre el azul, que es ya verde,
que palidece, que pierde,
que se arría,
que —sin bandera— se estrella.
dibujada
sobre el azul, que es ya verde,
que palidece, que pierde,
que se arría,
que —sin bandera— se estrella.
Línea aún más
voltaica y fría
cuando ya el alba destella,
y su anís de luz vacía
—limón, naranja, grosella—
arde en júbilos de grana.
Para volver al celeste
—norte, sur, este y oeste—
cenit de luz castellana.
cuando ya el alba destella,
y su anís de luz vacía
—limón, naranja, grosella—
arde en júbilos de grana.
Para volver al celeste
—norte, sur, este y oeste—
cenit de luz castellana.
Abre, Atienza,
tus balcones
—verdes balcones de Atienza—,
ábrelos al aire y trenza
tu piedra heráldica en nudos
y en cordones,
y encréspala en tus escudos.
—verdes balcones de Atienza—,
ábrelos al aire y trenza
tu piedra heráldica en nudos
y en cordones,
y encréspala en tus escudos.
Diez siglos caen
en vellones
sobre tus niños desnudos.
Vuela el águila, y tu plaza
—triángulo— ve en declive.
Lenta, sus círculos traza
y el triángulo en medio inscribe.
sobre tus niños desnudos.
Vuela el águila, y tu plaza
—triángulo— ve en declive.
Lenta, sus círculos traza
y el triángulo en medio inscribe.
Atienza, tus
campanarios,
torres casi vegetales,
crecer querrían leales,
pero no alcanzan los nidos
caudales
que esconden itinerarios
en sus ovillos, dormidos.
torres casi vegetales,
crecer querrían leales,
pero no alcanzan los nidos
caudales
que esconden itinerarios
en sus ovillos, dormidos.
Más altas van
tus almenas.
Huid, sombras agarenas.
Huid, sombras agarenas.
Cuatro enemigos
paisajes
frente a frente
dominas, cuatro tatuajes,
que el ojo cerrado miente
—Atienza, adiós— todavía.
Adiós, flor de los cristianos.
frente a frente
dominas, cuatro tatuajes,
que el ojo cerrado miente
—Atienza, adiós— todavía.
Adiós, flor de los cristianos.
Del Cid fuiste y
ya eres mía.
Yo he de volver otro día
a tocarte con mis manos.
Yo he de volver otro día
a tocarte con mis manos.
Gerardo Diego, «Atienza»,
Primera antología de sus versos (1918 –
1941), Colección Austral, Espasa-Calpe, 1980
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