jueves, 3 de noviembre de 2022

Gastromanía 36

Alfonso Romero Mesa, azulejo en Bodegas Rosell, C/ General Lacy, 14, Madrid
Foto: Antonio Erena (2.11.22)
Tengo un novio, cajista de imprenta,
que vale más que pesa y que es muy ilustrao;
y, bailando, me dice unas cosas
que a Dios le vuelven loco, porque es muy resalao.
Por el schotis se vuelve mochales,
y se lo marca a izquierdas, muy chulo y muy barbián;
y, bailando, tie el chico más labia
que pueda tener la sabia de la Pardo Bazán.
Es un truhán.
Pero a veces se propasa, el muy ladrón,
y he tenido que llamarle la atención.
 
¡Ay, Cipriano! ¡Cipriano!
Cipriano, no bajes más la mano,
no seas exagerao.
Si no bailas con más comedimiento,
al primer movimiento
te las ganao.
 
La otra noche, bailando en la Bombi,
por mor del valdepeñas, se puso muy pesao;
y, por menos del canto de un duro,
con él armaron bronca el Meli y el Pelao.
Tie el defecto de tener un pronto
que si no le sujetas es una tempestad;
pero el genio se le fue calmando,
y seguimos bailando, y allí no pasó na.
Es la verdá.
Pero a veces se propasa, el muy ladrón,
y he tenido que llamarle la atención.
 
¡Ay, Cipriano! ¡Cipriano!
Cipriano, ya vuelves con la mano,
mia tú que estás pesao.
Si no bailas con más comedimiento,
al primer movimiento
y te he plantao.
 
Juan Martínez Abades, ¡Ay Cipriano!, schotis madrileño.

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