jueves, 4 de mayo de 2023

Tenantes

Francisco del Castillo el Mozo (atrib.), portada del palacio de los Cobaleda-Nicuesa, Jaén
Foto: Antonio Erena, 1.05.23
… y todas estas piedras antiguas con letras notables que de presente se han hallado en esta Peña de Martos y pudieron ser traídas, las han mandado ahora juntar y traer de diversas partes y lugares y quitarlas de otros edificios y torres donde estaban puestas y ponerlas todas juntas por maravillosa orden y artificio en el suntuoso edificio público de casas de cabildo y cárcel, que en la plaza de esta villa ha mandado al presente hacer y edificar de nuevo el Ilustre Ayuntamiento y república tuccitana de Martos, a cuya diligencia y cuidado deben mucho todos los curiosos de saber estos deleites y provechos de antigüedades, por haberlas así juntado y puesto en la muralla y pared principal de este edificio, donde con facilidad se pueden leer y sacar las letras y cifras de ellas, por cuya causa será este edificio de los notables y celebrados que haya en España. Donde se hallarán más de cuarenta piedras antiguas con letras esculpidas y columnas y mármoles de diversos colores, y asimismo estatuas antiguas y otras modernas esculpidas por el singular arquitecto y escultor Francisco de Castillo, natural de la ciudad de Jaén y muy conocido en España por haber sido maestro de los edificios que el Papa Julio Tercio, de feliz recordación, mandó edificar en la ciudad de Roma, fuera de la puerta el Populo, en una viña que fué de su tío el Cardenal de Monte, que en dar a las figuras y estatuas las aptitudines y movimientos y gracias convenientes, pudiera competir con aquellos famosísimos escultores que, si no con Fidias, Praxíteles y Escopas, a lo menos con cualquiera de los demás antiguos, como claro parece y se podrá entender por las figuras de los sátiros que de estuco y otras estatuas de mármol quedaron hechas de su mano en Roma, en aquellos edificios del Papa Julio, y por los que aquí en esta gran Peña de Martos ha esculpido y labrado de su mano propia, como son la estatua de Neptuno con su Tridente en la mano, que está puesta en lo alto de la fuente de la plaza, como remate de aquella obra que cierto es estatua admirable y que tiene grandísima perfección en el arte de la escultura; y alguna de las figuras de los niños que echan el agua por las vinas o zaques que tienen en los hombros, que están esculpidos en la misma fuente: que todo no carece de grande artificio.

     Demás de éstas hay dos singulares estatuas de piedra, una de la justicia y otra de la misericordia, que están puestas en la portada que en la misma casa de Ayuntamiento y cárcel se ha labrado, las cuales tienen en medio el escudo y armas reales de los Reyes de España, todo labrado con mucho ornato de arquitectura. Hay más en aquella portada: cuatro estatuas de unos niños que tan al natural sustentan y tienen en sus brazos los escudos y las demás armas que allí están puestas, que son las de la Peña y villa de Martos, todas las cuales estatuas si acontecieran a hacerse en tiempo de los romanos antiguos fueran por ellos muy estimadas y celebradas; y así va la Peña de Martos resucitando y volviendo en alguna parte de la grandeza y nobleza que antiguamente solía tener.

Diego de Villalta, Historia de la antigüedad y fundación de la Peña de Martos (1579), ed. Joaquín Codes Contreras, Madrid, 1923, pp. 140-141.

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