Membrillos, foto: Antonio Erena, 08.11.24 |
Tiene el perfume de la amada y su misma dureza de corazón; pero tiene el color del amante apasionado y macilento.
Su palidez es un préstamo de mi palidez; su olor es el aliento de mi amiga.
Cuando se irguió fragante en la rama y las hojas le habían tejido manos de brocado,
extendí mi mano suavemente para cogerlo y colocarlo como pebetero en el centro de mi sala.
Tenía un vestido de pelusa cenicienta que revoloteaba sobre su liso cuerpo de oro.
Y cuando quedó desnudo en mi mano, sin más que su camisa de color narciso,
me hizo recordar a quien no puedo decir, y el ardor de mi aliento lo marchitó entre mis dedos.
Yaáfar al-Mushafi (siglo X), «El membrillo», en La cocina de al-Andalus, Inés Eléxpuru, Alianza Editorial. Madrid 1994.
¡Preciosa foto!
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