lunes, 11 de noviembre de 2024

Otoño 6 - Gastromanía 46

Membrillos, foto: Antonio Erena, 08.11.24
Es de color amarillo, como si llevase una túnica de narcisos, y huele como el almizcle de penetrante aroma.

Tiene el perfume de la amada y su misma dureza de corazón; pero tiene el color del amante apasionado y macilento.

Su palidez es un préstamo de mi palidez; su olor es el aliento de mi amiga.

Cuando se irguió fragante en la rama y las hojas le habían tejido manos de brocado,

extendí mi mano suavemente para cogerlo y colocarlo como pebetero en el centro de mi sala.

Tenía un vestido de pelusa cenicienta que revoloteaba sobre su liso cuerpo de oro.

Y cuando quedó desnudo en mi mano, sin más que su camisa de color narciso,

me hizo recordar a quien no puedo decir, y el ardor de mi aliento lo marchitó entre mis dedos.

Yaáfar al-Mushafi (siglo X), «El membrillo», en La cocina de al-Andalus, Inés Eléxpuru, Alianza Editorial. Madrid 1994.

1 comentario: