Calle Rabadán, Torredonjimeno, foto: Antonio Erena, 13.11.24 |
Llueve. Hay
silencio, porque la misma lluvia
no hace ruido sino con sosiego.
Llueve. El cielo duerme. Cuando el alma es viuda
de lo que no sabe, el sentimiento es ciego.
Llueve. Mi ser (quien soy) reniego...
Tan tranquila es
la lluvia que se suelta en el aire
(ni parece de nubes) que parece
que no es lluvia, sino un susurrar
que de sí mismo, al susurrar, se olvida.
Llueve. Nada apetece...
No pasa viento,
no hay cielo que yo sienta.
Llueve lejana e indistintamente,
como una cosa cierta que nos mienta,
como un gran deseo que nos miente.
Llueve. Nada en mí siente...
Fernando Pessoa, «Chove. Há silêncio, porque a mesma chuva», en Poesias, Ática, Lisboa 1942 (15ª ed. 1995),
p. 188 (trad. Antonio Erena).
no hace ruido sino con sosiego.
Llueve. El cielo duerme. Cuando el alma es viuda
de lo que no sabe, el sentimiento es ciego.
Llueve. Mi ser (quien soy) reniego...
(ni parece de nubes) que parece
que no es lluvia, sino un susurrar
que de sí mismo, al susurrar, se olvida.
Llueve. Nada apetece...
Llueve lejana e indistintamente,
como una cosa cierta que nos mienta,
como un gran deseo que nos miente.
Llueve. Nada en mí siente...
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