Walt Whitman (31.05.1819 - 26.03.1892) Biblioteca Pública de Nueva York |
viernes, 31 de mayo de 2019
Aniversarios 39 - Miradas 16
jueves, 30 de mayo de 2019
miércoles, 29 de mayo de 2019
Extraterrestres 14
Miguel Bosé con sus hijos en el estreno de Godzilla: Rey de los monstruos Foto: Nina Prommer, Los Ángeles, 18.05.19 |
martes, 28 de mayo de 2019
lunes, 27 de mayo de 2019
Toponimias 9
domingo, 26 de mayo de 2019
El músico de la semana 11
Wilhelm Furtwängler (25.01.1886 - 30.11.1954) en 1950 Fuente: Biblioteca de la ciudad de Berlín |
sábado, 25 de mayo de 2019
Fotogramas 112 - Coches 23
viernes, 24 de mayo de 2019
Música popular 91
Libertad Lamarque (24.11.1908 - 12.12.2000) |
miércoles, 22 de mayo de 2019
martes, 21 de mayo de 2019
Bailando 12
lunes, 20 de mayo de 2019
Prisionero
Reja de ventana y pared con parra virgen Foto: Antonio Erena (mayo 2018) |
Romance del prisionero
Que por mayo era, por
mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos
encañan
y están los campos en
flor,
cuando canta la
calandria
y responde el
ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor;
sino yo, triste,
cuitado,
que vivo en esta
prisión,
que ni sé cuándo es
de día
ni cuándo las noches
son,
sino por una avecilla
que me cantaba al
albor.
Matómela un
ballestero,
dele Dios mal galardón.
domingo, 19 de mayo de 2019
El músico de la semana 10
Yehudi Menuhin (22.04.1916 - 12.03.1999) |
sábado, 18 de mayo de 2019
Fotogramas 111
La primavera romana de la Sra. Stone (The Roman Spring of Mrs. Stone), José Quintero, 1961 |
jueves, 16 de mayo de 2019
Cara y cruz
Miguel Blay, Monumento a Ramón de Mesonero Romanos, Jardines del Arquitecto Ribera, Madrid Foto: Antonio Erena, 12.05.19 (vista anterior) |
Miguel Blay, Monumento a Ramón de Mesonero Romanos, Jardines del Arquitecto Ribera, Madrid Foto: Antonio Erena, 12.05.19 (vista posterior) |
Por los años 1827 al 28, en pleno gobierno absoluto del señor Rey D.
Fernando VII, y bajo la férula paternal de su gran visir D. Tadeo
Francisco de Calomarde, nos reuníamos en grata compañía, los domingos por
la mañana, en casa de D. José Gómez de la Cortina , hijo
primogénito del conde del mismo título y hermano mayor del erudito bibliófilo,
mi amigo, que después fue conocido por Marqués de Morante, todos
o casi todos (que no llegaríamos seguramente a una docena) los jóvenes dados
por irresistible vocación a conferir con las musas o a ensuciarnos las manos
revolviendo códices y mamotretos; ocupaciones ambas que, atendidos los vientos
reinantes a la sazón, tenían más de insensatas que de racionales y
especuladoras.
Era, pues, la época en que, envueltas en una densa nube las letras y la
ciencia, a impulsos de la ignorancia enaltecida, callaban de todo punto, sin
tribuna, sin academias y liceos, sin Prensa periódica ni nada que pudiera dar
lugar a polémicas o enseñanza. Una censura suspicaz e ignorante dificultaba la
publicación de las obras del ingenio y prohibía y anatematizaba hasta las más
renombradas de nuestro tesoro literario: los escritores de más valía, los
hombres más insignes en las letras, hallábanse oscurecidos, presos o emigrados:
los Quintana, Gallego, Saavedra, Martínez de la Rosa , Toreno, Gallardo,
Villanueva y demás, eran sustituidos por autores ignorantes y baladíes, que
empañaban la atmósfera literaria con sus producciones soporíferas, su
desenfreno métrico, sus cantos de búho, sus absurdos escritos religiosos e
históricos, sus novelas insípidas, de las cuales las más divertidas eran las
que formaban la colección que, con el extraño título de Galería de
espectros y sombras ensangrentadas, publicaba su autor D. Agustín Zaragoza
y Godínez.
No es posible a cincuenta años de distancia formarse una idea, siquiera
aproximada, de aquel silencio completo del ingenio, de aquel sueño de la
cultura y vitalidad del pueblo de Cervantes y Lope, de Quevedo y Calderón.
En medio de esta oscura noche intelectual, a despecho de los rigores y
suspicacia del Gobierno, y lo que era aún más sensible, de la indiferencia
completa del público hacia las producciones del ingenio, no faltaban, sin
embargo, algunos espíritus juveniles que, no satisfechos con la indigesta y vulgar
instrucción que podían recibir en las aulas de San Isidro o de Doña María de
Aragón, se lanzaban, ávidos de saber, a enriquecer sus conocimientos en el
estudio privado de los archivos y bibliotecas, para adquirir una instrucción
que por desgracia sólo les brindaba en perspectiva con los rigores de una
persecución injusta o con la cama de un hospital.
Entre estos varios jóvenes, cuyos nombres fueron enaltecidos más
adelante por sus trabajos literarios, recuerdo, además del amo de la casa, al
distinguido diplomático D. Nicolás Ugalde y Mollinedo, que se
ocupaba con aquel de traducir, ampliar y comentar la reciente Historia
de la literatura Española, de Boutervek, que era lo más
sustancial publicado hasta entonces en la materia; al sabio y modesto
humanista D. José Mussó y Valiente, encargado, con Cortina, por
el rey Fernando, de cuidar y dirigir la magnífica edición de las obras
completas de Moratín, costeada por el mismo Monarca y estropeada por la
censura; a Bretón de los Herreros y Gil y Zárate, que con sus
primeras producciones dramáticas, habían conseguido galvanizar un tanto el
cadáver del teatro español; a D. Rafael Húmara y Salamanca,
discreto autor de muy lindas novelas; a D. José del Castillo y Ayensa,
distinguido helenista, traductor de Píndaro; a D. Patricio de la Escosura ,
alférez de la Guardia Real de Artillería, que con la publicación
de su novela El Conde de Candespina acababa de dar la
primera prueba de su clarísimo ingenio; y más adelante a D. Mariano
José de Larra, alumno de Medicina, a quien yo mismo presenté a Cortina a
fin de que le recomendase al Rey para que fuese nombrado individuo de una
Comisión facultativa que había de ir a Viena a estudiar el cólera; pero que en
algunos folletos y poesías sueltas revelaba ya la travesura de aquel feliz
ingenio, que tan alto había de colocar en adelante el pseudónimo de Fígaro;
a D. Manuel de San Pelayo, excelente crítico, que escondía
modestamente su vasta instrucción y sólidos trabajos literarios; a D.
Enrique de Vedia, elegantísimo poeta y dueño de muchos conocimientos, el
mismo que, después de seguir una brillante carrera administrativa, murió en
Jerusalén, de cónsul general de España; a Serafín Calderón (el
Solitario), que desde sus primeras producciones revelaba una feliz
transmigración del talento y estilo de los Cervantes y Quevedos; al
ingenioso Segovia, que llegó a hacer célebre, años después, su
firma El Estudiante; al correcto y joven poeta Ventura
de la Vega , en fin, que
con sus magníficas octavas dirigidas al Rey, a su vuelta de Cataluña, acababa
de recoger el cetro de nuestra lírica poesía.
Ramón de Mesonero Romanos, Memorias de un setentón, Tomo II, Segunda Época, Capítulo II, 1827-1828, «La juventud
literaria y política», I (fragmento)
martes, 7 de mayo de 2019
Perritos 27
José Garnelo y Alda, El guardián de la casa, Museo Garnelo, Montilla Foto: Antonio Erena, 03.05.19 |
«Llegamos, pues, por nuestras
jornadas contadas a Montilla, villa del famoso y gran cristiano Marqués de
Priego, señor de la casa de Aguilar y de Montilla. Alojaron a mi amo, porque él
lo procuró, en un hospital; echó luego el ordinario bando, y, como ya la fama
se había adelantado a llevar las nuevas de las habilidades y gracias del perro
sabio, en menos de una hora se llenó el patio de gente. Alegróse mi amo viendo
que la cosecha iba de guilla, y mostróse aquel día chacorrero en demasía. Lo
primero en que comenzaba la fiesta era en los saltos que yo daba por un aro de
cedazo, que parecía de cuba: conjurábame por las ordinarias preguntas, y cuando
él bajaba una varilla de membrillo que en la mano tenía, era señal del salto; y
cuando la tenía alta, de que me estuviese quedo. El primer conjuro deste día
(memorable entre todos los de mi vida) fue decirme: ''Ea, Gavilán amigo, salta
por aquel viejo verde que tú conoces que se escabecha las barbas; y si no
quieres, salta por la pompa y el aparato de doña Pimpinela de Plafagonia, que
fue compañera de la moza gallega que servía en Valdeastillas. ¿No te cuadra el
conjuro, hijo Gavilán? Pues salta por el bachiller Pasillas, que se firma
licenciado sin tener grado alguno. ¡Oh, perezoso estás! ¿Por qué no saltas?
Pero ya entiendo y alcanzo tus marrullerías: ahora salta por el licor de
Esquivias, famoso al par del de Ciudad Real, San Martín y Ribadavia''. Bajó la
varilla y salté yo, y noté sus malicias y malas entrañas».
Miguel de Cervantes, «El coloquio
de los perros», Novelas ejemplares
(habla Berganza)
lunes, 6 de mayo de 2019
domingo, 5 de mayo de 2019
El músico de la semana 9
Arturo Toscanini (25.03.1867 - 16.01.1957) Foto: Bettmann Archive |
sábado, 4 de mayo de 2019
Fotogramas 110
La cruz de mayo, Florián Rey (1955) |
Plácido Domingo canta Cruz de mayo
viernes, 3 de mayo de 2019
jueves, 2 de mayo de 2019
Excéntricos 21
Lápida de bronce en la casa en la que murió en Madrid el poeta Bernardo López (11.12.1838 - 15.11.1870), obra del escultor Jacinto Higueras (1925) Foto: Carlos Viñas-Valle |
Oigo, patria, tu
aflicción
y escucho el triste
concierto
que forman, tocando a
muerto,
la campana y el
cañón;
sobre tu invicto
pendón
miro flotantes
crespones
y oigo alzarse a
otras regiones
en estrofas
funerarias
de la iglesia las
plegarias
y del arte las
canciones.
Lloras, porque te
insultaron
los que su amor te
ofrecieron...
¡A ti, a quien
siempre temieron
porque tu gloria
admiraron;
a ti, por quien se
inclinaron
los mundos de zona a
zona;
a ti, soberbia
matrona,
que libre de extraño
yugo
no has tenido más
verdugo
que el peso de tu
corona!
Do quiera la mente
mía
sus alas rápidas
lleva
allí un sepulcro se
eleva
cantando tu valentía:
desde la cumbre
bravía
que el sol indio
tornasola
hasta el África , que
inmola
sus hijos en torpe
guerra,
¡no hay un puñado de
tierra
sin una tumba
española!
Tembló el orbe a tus
legiones
y de la espantada
esfera
sujetaron la carrera
las garras de tus
leones;
nadie humilló tus
pendones
ni te arrancó la
victoria;
pues de tu gigante
gloria
no cabe el rayo
fecundo
ni en los ámbitos del
mundo
ni en el libro de la
historia.
Siempre en lucha
desigual
cantan tu invicta
arrogancia
Sagunto, Cádiz,
Numancia,
Zaragoza y San Marcial;
en tu suelo virginal
no arraigan extraños
fueros
porque indómitos y
fieros
saben hacer tus
vasallos
frenos para sus
caballos
con los cetros
extranjeros.
Y aun hubo en la
tierra un hombre
que osó profanar tu
manto...
¡Espacio falta a mi
canto
para maldecir su
nombre!
Sin que el recuerdo
me asombre
con ansia abriré la
historia:
presta luz a mi
memoria
y el mundo y la
patria a coro
oirán el himno sonoro
de tus recuerdos de
gloria.
Aquel genio de
ambición
que, en su delirio
profundo
captando guerra, hizo
al mundo
sepulcro de su
nación,
hirió al ibero león
ansiando a España
regir
y no llegó a
percibir,
ebrio de orgullo y
poder,
que no puede esclavo
ser
pueblo que sabe
morir.
¡Guerra!, clamó ante
el altar
el sacerdote con ira;
¡guerra!, repitió la
lira
con indómito cantar;
¡guerra!, gritó al
despertar
el pueblo que al
mundo aterra;
y cuando en hispana
tierra
pasos extraños se
oyeron
hasta las tumbas se
abrieron
gritando: ¡venganza y
guerra!
La virgen, con patrio
ardor,
ansiosa salta del
lecho,
el niño bebe en su
pecho
odio a muerte al
invasor;
la madre mata su
amor
y cuando calmado está
grita al hijo que se
va:
"¡Pues, que la
patria lo quiere,
lánzate al combate y
muere,
tu madre te
vengará!"
¡Y suenan patrias
canciones
cantando santos
deberes,
y van roncas las
mujeres
empujando los
cañones;
al pie de libres
pendones
el grito de patria
zumba
y el rudo cañón
retumba
y el vil invasor se
aterra
y al suelo le falta
tierra
para cubrir tanta
tumba!
* * *
Mártires de la
lealtad
que, del honor al
arrullo,
fuisteis de la patria
orgullo
y honra de la
humanidad
en la tumba descansad;
que el valiente
pueblo ibero
jura con rostro
altanero
que, hasta que España
sucumba,
no pisará vuestra
tumba
la planta del
extranjero.
Bernardo López, Oda al Dos de Mayo
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