miércoles, 30 de agosto de 2017

Exèrcit

Francesc Sans Cabot, El general Prim en la batalla de Tetuán, Capitanía Militar de Barcelona, en depósito del MNAC
(Prim rodeado de los voluntarios catalanes enrolados en el ejército para la guerra de África de 1859-60)
Puigdemont ve «absolutamente indispensable» que un Estado catalán tuviera ejército, Abc
Hacia un país hermano, Ramón de España

Catalanes: Bienvenidos seáis al valiente ejército de África que os acoge como camaradas. Persuadido estoy de que seréis dignos de estos heroicos soldados, y sería no conoceros si lo dudase un solo instante. Todos sentís la necesidad de mantener ilesa la honra: de la tierra en que habéis nacido; y si uno solo de vosotros el día del combate, que será mañana (y os felicito por la providencial oportunidad con que habéis llegado); si uno solo de vosotros se portase con cobardía volviendo la espalda al enemigo, la honra de Cataluña quedaría mancillada. Seguro estoy de que no quedará.
Imitad el ejemplo de vuestros gloriosos antepasados cuyos heroicos hechos registra con admiración la historia; no sólo en esta tierra, sino en otras más lejanas todavía, hasta atravesar las Termópilas, que parecen creadas para teatro de grandes acciones. Haced como hicieron ellos, y seréis dignos de este valiente ejército que os recibe como amigos; y conquistaréis un nuevo laurel para la corona que tejieron en otros tiempos las invencibles armas catalanas.
Ya veis, la satisfacción con que el ejército os acoge. La música, de uno de sus bravos batallones viene a saludaros, y el mismo general en jefe [O'Donnell] que me dispensa el honor de que os coloque entre los valientes que tantas veces he conducido al combate, se presenta a recibiros al desembarcar en las costas africanas. ¡Loor a este general, que ha querido y sabido levantar a nuestra España de la postración en que yacía, para demostrar a la faz de Europa, que no estaba muerta, y que sus hijos, dignos herederos de su gloria antigua, son capaces de hacer por la patria, todo cuanto humanamente pueden hacer los hombres!
Para formar parte de este ejército, no basta sólo ser valiente; se necesita ser sufrido. Debéis aceptar con resignación las fatigas, los peligros de todo género; hasta las mortíferas enfermedades. Siempre valientes, pero subordinados siempre, si vuestros jefes os mandan trabajar, a trabajar; si os ordenan atravesar pantanos, atravesadlos, y si fuera preciso ir a Tetuán por el río, ¡al agua! y hasta Tetuán nadando.
Así lo han hecho y lo hacen los que son ya vuestros camaradas, y así lo haréis vosotros, porque así cumple a los hijos del bravo pueblo catalán.
Soldados: Cataluña, que os ha despedido con tierno entusiasmo, las madres, los hermanos, los amigos, os contemplan con orgullo. No olvidéis nunca que sois los depositarios de su honra.
No defraudaréis sus esperanzas, que son las mías; pero si por desdicha, lo que no espero, así no fuera, ni uno solo de vosotros volvería a pisar el suelo patrio; aquí moriréis todos, antes que mancillar en lo más mínimo el nombre que lleváis. Siguiendo las huellas de vuestros antepasados, y haciéndoos dignos de este ejército de bravos, al regresar a vuestros hogares, los catalanes os recibirán con aplauso, y donde quiera que uno se encuentre, oiréis por todas partes: ¡he aquí un valiente catalán! -Soldados: ¡Viva la Reina!
General Prim, Discurso a los voluntarios catalanes en la guerra de África, 31.12.1859
(pronunciado en catalán)

jueves, 24 de agosto de 2017

Ramblear (y) 6

Paseantes por Las Ramblas el día después del atentado
Foto: Albert Bertran, 18.08.17
¿Y si no hubiera solución al terror?, Rubén Amón
Celtiberia show después del estupor, Juan Cruz

Previsión

Torrente Ballester y Borges en la terraza del hotel Doña María de Sevilla
Foto: Juantxu Rodriguez, septiembre 1984
Una sucesión de acontecimientos aislados, Patricio Pron

Ramblear 5

Julio Cámara Romero en el Liceo, representación de La Cenerentola de Rossini
con Joyce DiDonato y Juan Diego Flórez, exposición de joyas teatrales de María Callas
Foto: Antonio Erena, diciembre 2007
La Cenerentola, concertante final del Acto I

miércoles, 23 de agosto de 2017

Imagen

Una visitante de la exposición del Museo del Prado Metapintura. Un viaje a la idea del arte
contempla el cuadro Huyendo de la crítica (col. Banco de España) de Pere Borrell del Caso
Foto: Museo del Prado
Instagrameables o el asalto de las imágenes, Estrella de Diego

-En mi curioso ayer -contesté-, prevalecía la superstición de que entre cada tarde y cada mañana ocurren hechos que es una vergüenza ignorar. El planeta estaba poblado de espectros colectivos, el Canadá, el Brasil, el Congo Suizo y el Mercado Común. Casi nadie sabía la historia previa de esos entes platónicos, pero sí los más ínfimos pormenores del último congreso de pedagogos, la inminente ruptura de relaciones y los mensajes que los presidentes mandaban, elaborados por el secretario del secretario con la prudente imprecisión que era propia del género.
Todo esto se leía para el olvido, porque a las pocas horas lo borrarían otras trivialidades. De todas las funciones, la del político era sin duda la más pública. Un embajador o un ministro era una suerte de lisiado que era preciso trasladar en largos y ruidosos vehículos, cercado de ciclistas y granaderos y aguardado por ansiosos fotógrafos. Parece que les hubieran cortado los pies, solía decir mi madre. Las imágenes y la letra impresa eran más reales que las cosas. Sólo lo publicado era verdadero. Esse est percipi (ser es ser retratado) era el principio, el medio y el fin de nuestro singular concepto del mundo. En el ayer que me tocó, la gente era ingenua; creía que una mercadería era buena porque así lo afirmaba y lo repetía su propio fabricante. También eran frecuentes los robos, aunque nadie ignoraba que la posesión de dinero no da mayor felicidad ni mayor quietud.
-¿Dinero? -repitió-. Ya no hay quien adolezca de pobreza, que habrá sido insufrible, ni de riqueza, que habrá sido la forma más incómoda de la vulgaridad. Cada cual ejerce un oficio.
-Como los rabinos -le dije.
Pareció no entender y prosiguió.
Jorge Luis Borges, Utopía de un hombre que está cansado, El libro de arena (fragmento)

Ramblear 4 - Establecimientos 8

Coctelería Boadas
Foto: MD Bildarchiv
Pastelería Escribà
Bar Pastis
Foto: Sergi Harriero
Casa Beethoven
Foto: Sergio Occhiuzzo

viernes, 18 de agosto de 2017

Participio

abatido, da.
Del part. de abatir.
1. adj. Dicho de una personaDecaídasin ánimo.
2. adj. Propio de una persona abatida. Ánimo abatido.
3. adj. Dicho de una mercancíaQue ha caído de su estimación y precio regular.
4. adj. desus. Abyectoruindespreciable.
Real Academia Española © Todos los derechos reservados

Desconsuelo

Josep Llimona, Desconsuelo, Museo Nacional de Arte de Cataluña
"Han tancat la Rambla", Enric González

jueves, 17 de agosto de 2017

Rollos

La picota de Boadilla del Camino, Palencia
El pelourinho de Elvas, Portugal, delante de la preciosa iglesia de las Dominicas

miércoles, 16 de agosto de 2017

Ostensión

Catedral de Jaén, capilla Mayor o del Santo Rostro (la caja fuerte y la urna del Santo Rostro abiertas y vacías al presidir la reliquia la fiesta religiosa con motivo del día de la Asunción de la Virgen, titular del templo); en primer término, la Virgen de la Antigua, preparada para su procesión claustral.
Foto: Antonio Erena (15.08.17)

PARADISO, XXXI, 108

Diodoro Sículo refiere la historia de un dios despedazado y disperso. ¿Quién, al andar por el crepúsculo o al trazar una fecha de su pasado, no sintió alguna vez que se había perdido en una cosa infinita?
Los hombres han perdido una cara, una cara irrecuperable, y todos querrían ser aquel peregrino (soñado en el empíreo, bajo la Rosa) que en Roma ve el sudario de la Verónica y murmura con fe: “Jesucristo, Dios Mío, Dios verdadero, ¿así era, pues, tu cara?”
Una cara de piedra hay en un camino y una inscripción que dice: El Verdadero Retrato de la Santa Cara del Dios de Jaén; si realmente supiéramos cómo fue, sería nuestra clave de las parábolas y sabríamos si el hijo del carpintero fue también el Hijo de Dios.
Pablo la vio como una luz que lo derribó; Juan, como el sol cuando resplandece en su fuerza; Teresa de Jesús, muchas veces, bañada en luz tranquila, y no pudo jamás precisar el color de los ojos.
Perdimos esos rasgos, como puede perderse un número mágico, hecho de cifras habituales; como se pierde para siempre una imagen en el calidoscopio. Podemos verlos e ignorarlos. El perfil de un judío en el subterráneo es tal vez el de Cristo; las manos que nos dan unas monedas en una ventanilla tal vez repiten las que unos soldados, un día, clavaron en la cruz.
Tal vez un rasgo de la cara crucificada acecha en cada espejo; tal vez la cara se murió, se borró, para que Dios sea todos.
Quién sabe si esta noche no la veremos en los laberintos del sueño y no lo sabremos mañana.
                                                                       Jorge Luis Borges, El hacedor

lunes, 14 de agosto de 2017

Pandilla

Concha Jiménez (arriba, en el centro) y amigos, Huerta Beltrán, Torredonjimeno, verano 1967
Foto: José Liébana Ureña
Divas, anterior entrada del blog

Uno no puede inventar una montaña gigantesca ni una Estación Internacional como la de Canfranc y plantarla ahí y dotarla de leyenda y de aventura, pero sí puede ayudar a multiplicar los sueños de un territorio y atraer personajes, generar proyectos y contagiar entusiasmos. Y eso fue lo que hizo la jienense afincada en Jaca Concha Jiménez. Logró que escritores, médicos o diversos profesionales donasen una parte de sus bibliotecas a pueblos de la Jacetania y que José Luis Sampedro (1917-2013), del que este año se cumple un siglo de su nacimiento, hiciese de Jaca uno de sus paisajes más queridos.
Allí, a partir del año 2007, Sampedro pasó veranos, temporadas, recibió a algunos pastores del Pirineo que querían que les firmase sus libros, paseaba con Olga Lucas, su segunda mujer, a la que había conocido en Alhama de Aragón: allí culminaba sus libros desde ‘El río que nos lleva’. Si, como decía Félix Romeo casi todos los autores son aragoneses, Sampedro aún lo es más: entre 1925 y 1926 vivió en Zaragoza, estudió en el colegio del Salvador, y experimentó algunos de los temores que vivió Luis Buñuel, y por entonces acudió con su padre, médico, apasionado de la cartografía y de los instrumentos de púa, a Alhama. Ya convertido en funcionario de aduanas, fue destinado a Santander y luego eligió Canfranc, con tan mala suerte que estalló la Guerra Civil.
Canfranc fue para él un destino aplazado, que visitó casi 60 años después para dar nombre a su biblioteca pública, algo en lo que también intervino Concha Jiménez. El viernes, ahora ya transformado en palabra y recuerdo de inmortalidad, Sampedro retornó por segunda vez a Canfranc. Olga Lucas dijo que más que tolerante era un afable y un espíritu libre; el escritor Ferrer Lerín recordó cuánto había impactado en su juventud ‘Congreso en Estocolmo’ y aludió a su sentido del erotismo y a su educación; Lucía Pons. Marcos Callau y Kike Ubieto, del Ateneo Jaqués, leyeron sus textos. Celia Casas dirigió el Orfeón Jacetano. Y Concha Tovar, directora de Oroel Teatro, recordó que el autor de ‘Real Sitio’ le pidió con ilusión que montase su ‘Balada del agua’, que leyó en Zaragoza en la Exposición Internacional de 2008.
Sampedro, defensor de los jóvenes y casi un gurú al final a su pesar, dejó huella como si fuera uno de los grandes personajes de ficción que “resultan más reales e influyen más en nosotros que muchos seres de carne y hueso”.   

Antón Castro, Sampedro de Aragón, Cuentos de Domingo
(publicado el domingo, 13 de agosto de 2017, en el Heraldo de Aragón)

viernes, 4 de agosto de 2017

Obituarios 19

Ángel Nieto (25.01.1947-3.08.2017, de pie, quinto por la derecha) celebra su victoria
con su equipo y su moto en el circuito de Nürburgring, Alemania, el 2.05.1970

Música popular 48

Mercedes Sosa (9.07.1935-4.10.2009)
Gracias a la vida, Violeta Parra
Alfonsina y el mar, Ariel Ramírez
Mercedes Sosa, Como un pájaro libre, documental, Ricardo Wullicher, 1983


Mudam-se os tempos, mudam-se as vontades,
Muda-se o ser, muda-se a confiança:
Todo o mundo é composto de mudança,
Tomando sempre novas qualidades.

Continuamente vemos novidades,
Diferentes em tudo da esperança:
Do mal ficam as mágoas na lembrança,
E do bem (se algum houve) as saudades.

O tempo cobre o chão de verde manto,
Que já coberto foi de neve fria,
E em mim converte em choro o doce canto.

E afora este mudar-se cada dia,
Outra mudança faz de mor espanto,
Que não se muda já como soía.
  
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Mudan los tiempos, mudan las voluntades,
muda el ser, muda la confianza:
todo el mundo está compuesto de mudanza,
tomando siempre nuevas cualidades.

Continuamente vemos novedades,
diferentes en todo de esperanza:
quedan penas del mal en remembranza,
y del bien (si alguno hubo) las saudades.

El tiempo cubre el suelo de verde manto,
que ya cubierto fue de nieve fría,
y en mí convierte en lloro el dulce canto.

Y aparte de este mudarse cada día,
otra mudanza hace causar espanto,
que no se muda ya como solía.

Luiz de Camoens, Mudam-se os Tempos,
Mudam-se as Vontades (trad. Antonio Erena)

miércoles, 2 de agosto de 2017

Locus amoenus 5

Casería de San Antonio, Torredonjimeno, en primer término un majuleto o espino albar (Crataegus monogyna), foto: Antonio Erena, 01.08.17
Para emplazamiento de una casa entre jardines se debe elegir un altozano que facilite su guarda y vigilancia. Se orienta el edificio al mediodía, a la entrada de la finca, y se instala en lo más alto el pozo y la alberca, o mejor que pozo se abre una acequia que corra entre la umbría. La vivienda debe tener dos puertas, para que quede más protegida y sea mayor el descanso del que la habita.
Junto a la alberca se plantan macizos que se mantengan siempre verdes y alegren la vista. Algo más lejos debe haber cuadros de flores y árboles de hoja perenne. Se rodea la heredad con viñas, y en los paseos que la atraviesen se plantan parrales. El jardín debe quedar ceñido por uno de estos paseos con objeto de separarlo del resto de la heredad. Entre los frutales, además del viñedo, debe haber almeces y otros árboles semejantes, porque sus maderas son útiles.
Ibn Luyun al-Tuyibi (1282-1349),
«157. Séptima: sobre lo que ha de elegir en la disposición de los jardines,
sus viviendas y las casas de labor», Tratado de Agricultura

Las caserías de Jaén tienen su personalidad, sus características, su cometido. Son casa de labor y también de recreo. Son casa de teja, como se describe en las antiguas escrituras. La mayor parte tienen espesos muros de tapiales, blanqueados al exterior. Otras, las más ricas, son de piedra. En sus fachadas, y por motivos de seguridad, hay más rejas salientes que balcones. Los techos, de bovedillas y vigas pintadas; las puertas de cuarterones. Hay vivienda para los caseros, con su cocina portal y poyos a lo largo de las paredes. En el frontal, la chimenea de campana, que a veces tira y otras revoca el humo, por lo que se le hace un ladrón en el exterior. En el hogar hay trébedes, un armadillo de hierro para sostener los pucheros, tenazas y una caña horadada para soplar y avivar el fuego.
En los bajos también está la cuadra con sus pesebres, en los que cae la paja por una chimenea o piquera desde el pajar, situado en las cámaras. Y suele haber un corral para conejos o para la cabra y el averío, y en algunas quedan aún lagares enlosados y bodega de tinajas si tuviera viña antes de la filoxera.
El piso principal solía estar reservado a los señores, aunque a veces también tenía salas bajas para el verano. En los terrados se orea la matanza, se guarda la almendra y la fruta de colgar para invierno. Y los lienzos plegados de la recolección, que aun limpios trascienden a aceituna.
Precede a la casa una lonja empedrada con poyos de piedra que sirven de asiento y para montar en las bestias. Y un perro de cadena que avisa. Los olivos llegan hasta los muros y alternan con los cipreses y los almendros. Incluso hay frutales de secano, como albaricoqueros, serbos, nísperos y granados.
Y algo mejor tienen todavía las caserías: su silencio y su paisaje. Su silencio rural, apacible, acariciador, sentimental. Su paisaje desde la lonja, desde las rejas…

Luis Berges Roldán (dibujos) y Rafael Ortega y Sagrista (textos),
«Casería de Ochoa», Dibujando en Jaén, I