lunes, 23 de enero de 2023

Lirio

Lirios en El Vítor, carretera del Quiebrajano, Jaén, foto: Antonio Erena, 12.01.23
Some flowers there are that rear their heads on high,
The gorgeous products of a burning sky,
That rush upon the eye with garish bloom,
And make the senses drunk with high perfume.
Not such art thou, sweet Lily of the Vale!
So lovely, small, and delicately pale, –
We might believe, if such fond faith were ours,
As sees humanity in trees and flowers,
That thou wert once a maiden, meek and good,
That pined away beneath her native wood
For very fear of her own loveliness,
And died of love she never would confess.

Algunas flores hay que yerguen sus cabezas en alto,
magníficos productos de un cielo ardiente,
que impactan en el ojo con brotes llamativos
y embriagan los sentidos con gran perfume.
¡Tú no eres así, dulce lirio del valle!
Tan encantador, pequeño y delicadamente pálido...
Podríamos creer, si tan tierna fe fuera nuestra,
que ves humanidad en árboles y flores,
que una vez fuiste un doncel, manso y bueno,
que se consumía bajo su bosque natal
por excesivo temor a su propia belleza
y murió del amor que nunca quiso confesar.

Hartley Coleridge, 
«El lirio del valle» ("The Lily Of The Valley") (24.05.1846), Poemas Póstumos, LV, 1851, incluidos en Hartley Coleridge New Poems, ed. Earl Leslie Griggs Oxford University Press, 1942.

sábado, 21 de enero de 2023

Fotogramas 161 - Obituarios 53 - Aniversarios 54

En lo más crudo del crudo invierno (In the Bleak Midwinter), Kenneth Branagh, 1995
En lo más crudo del crudo invierno, película completa en español

In the bleak midwinter, frosty wind made moan,
Earth stood hard as iron, water like a stone;
Snow had fallen, snow on snow, snow on snow,
In the bleak midwinter, long ago.
 
Our God, Heaven cannot hold Him, nor earth sustain;
Heaven and earth shall flee away when He comes to reign.
In the bleak midwinter a stable place sufficed
The Lord God Almighty, Jesus Christ.
 
Enough for Him, whom cherubim, worship night and day,
Breastful of milk, and a mangerful of hay;
Enough for Him, whom angels fall before,
The ox and ass and camel which adore.
 
Angels and archangels may have gathered there,
Cherubim and seraphim thronged the air;
But His mother only, in her maiden bliss,
Worshipped the beloved with a kiss.
 
What can I give Him, poor as I am?
If I were a shepherd, I would bring a lamb;
If I were a Wise Man, I would do my part;
Yet what I can I give Him: give my heart.
-------------------------------------------------------------
En el crudo y pleno invierno, el viento helado hacía gemir,
la tierra estaba dura como el hierro, el agua como una piedra;
la nieve había caído, nieve sobre nieve, nieve sobre nieve,
en el crudo y pleno invierno, hace mucho.
 
A nuestro Dios el cielo no puede retenerlo, ni la tierra sostenerlo;
el cielo y la tierra huirán cuando Él venga a reinar.
En el crudo y pleno invierno, un establo bastó
al Señor Dios Todopoderoso, Jesucristo.
 
Fue suficiente para Él, a quien los querubines adoran noche y día,
un pecho con leche y un pesebre lleno de paja;
suficiente para Él, ante quien los ángeles se postran,
el buey y el asno y el camello adorándolo.
 
Ángeles y arcángeles se reunieron allí,
querubines y serafines abarrotaban el aire;
pero sólo su madre, en su dicha de doncella,
adoró al amado con un beso.
 
¿Qué puedo yo darle, pobre como soy?
Si fuera pastor, le llevaría un cordero;
si fuera un Rey Mago, haría mi papel;
pero qué puedo yo darle: darle mi corazón.
 
Christina Rossetti, En el crudo y pleno invierno (In the Bleak Midwinter), 1872, trad.: Antonio Erena

jueves, 19 de enero de 2023

Viaje de invierno

Caspar David Friedrich, Arbustos en la nieve (Gebüsch im Schnee), c. 1827-28, Galerie Neue Meister im Albertinum, Dresde 
Julius Patzac interpreta Viaje de invierno (Winterreise) de Franz Schubert (audio)

I
Among twenty snowy mountains,  
The only moving thing  
Was the eye of the blackbird.  
 
II
I was of three minds,  
Like a tree  
In which there are three blackbirds.  
 
III
The blackbird whirled in the autumn winds.  
It was a small part of the pantomime.  
 
IV
A man and a woman  
Are one.  
A man and a woman and a blackbird  
Are one.  

V
I do not know which to prefer,  
The beauty of inflections  
Or the beauty of innuendoes,  
The blackbird whistling  
Or just after.  
 
VI
Icicles filled the long window  
With barbaric glass.  
The shadow of the blackbird  
Crossed it, to and fro.  
The mood  
Traced in the shadow  
An indecipherable cause.  
 
VII
O thin men of Haddam,  
Why do you imagine golden birds?  
Do you not see how the blackbird  
Walks around the feet  
Of the women about you?  
 
VIII
I know noble accents  
And lucid, inescapable rhythms;  
But I know, too,  
That the blackbird is involved  
In what I know.  
 
IX
When the blackbird flew out of sight,  
It marked the edge  
Of one of many circles.  
 
X
At the sight of blackbirds  
Flying in a green light,  
Even the bawds of euphony  
Would cry out sharply.
 
XI
He rode over Connecticut  
In a glass coach.  
Once, a fear pierced him,  
In that he mistook  
The shadow of his equipage  
For blackbirds.  
 
XII
The river is moving.  
The blackbird must be flying.  
 
XIII
It was evening all afternoon.  
It was snowing  
And it was going to snow.  
The blackbird sat  
In the cedar-limbs.
------------------------------------------------------------
I
Entre veinte montañas nevadas,
la única cosa que se movía
era el ojo del mirlo.
 
II
Yo tenía tres pensamientos,
como un árbol
en el que hay tres mirlos.

III
El mirlo giraba en los vientos otoñales.
Era una pequeña parte de la pantomima.
 
IV
Un hombre y una mujer
son uno.
Un hombre y una mujer y un mirlo
son uno.
 
V
Yo no sé cuál preferir,
la belleza de las inflexiones
o la belleza de las insinuaciones,
el mirlo silbando
o justo lo de después.

VI
Los carámbanos cubrieron la alargada ventana
con salvaje cristal.
La sombra del mirlo
la cruzó, de un lado a otro.
El ánimo
trazó en la sombra
un motivo indescifrable.
 
VII
Oh, delgados hombres de Haddam,
¿por qué os imagináis pájaros dorados?
¿No veis cómo el mirlo
anda alrededor de los pies
de las mujeres que os rodean?
 
VIII
Yo conozco nobles acentos
y lúcidos, ineludibles ritmos;
pero yo sé, también,
que el mirlo está involucrado
en lo que sé.
 
IX
Cuando el mirlo se perdió de vista,
marcó el borde
de uno de muchos círculos.
 
X
A la vista de los mirlos
volando en una luz verde,
incluso los tratantes de la eufonía
gritarían agudamente.
 
XI
Él viajó sobre Connecticut
en un coche de cristal.
Una vez, un temor lo traspasó,
en eso confundió
la sombra de su equipaje
con mirlos.
 
XII
El río se está moviendo.
El mirlo debe estar volando.
 
XIII
Fue de noche toda la tarde.
Estaba nevando
e iba a seguir nevando.
El mirlo se posó
en las ramas del cedro.

Wallace Stevens, «Trece maneras de mirar un mirlo» (“Thirteen Ways of Looking at a Blackbird”), de Poemas reunidos de Wallace Stevens (The Collected Poems of Wallace Stevens), 1954, trad.: Antonio Erena.

miércoles, 18 de enero de 2023

Triples 26

El 10º Panchen Lama, Mao Tse-Tung y el 14º Dalai Lama en Pekín, 11.09.1954, fuente: Wikipedia Commons
    También los hombres consagraban mucho tiempo a sus vestiduras. Los más bellos brocados azafrán y oro llenaban sus guardarropas, pues el rango gobernaba el más pequeño detalle de su apariencia y el derecho a usar ciertas prendas, objetos y adminículos, como cuchillos y bolsas con dinero. Tampoco la forma del traje era la misma para todos, y este protocolo afectaba incluso al equipo del caballo. Un señor no vacilaba en gastarse dos mil dólares en una silla con aplicaciones de oro, o en unos arneses adornados de marfil y turquesas, si su posición en la completa jerarquía gubernamental requería tales extravagancias.
     En la capital del Tíbet residían dos mil cuatrocientos de los más diestros artesanos de Newar forjando gargantillas, tabaqueras y sables de adorno, así como las bonitas lamparillas de manteca en forma de cáliz, que se utilizan como ofrenda a las divinidades.
     Pero el mayor poder y riqueza del Tíbet se hallaba en manos de los monjes, que eran los habitantes más influyentes de Lhasa.

Michel Peissel, Los khambas, guerrilleros del Tíbet, Editorial Juventud, Segunda edición, abril 1973, p. 117.

martes, 17 de enero de 2023

Sarga

Estandarte del obispo don Gonzalo con la Virgen de Gracia, siglo XV, Catedral de Jaén (actualmente en la exposición Vandelvira después de Vandelvira)
Foto: Antonio Erena, 28.12.22
ROMANCE DE DON GONZALO
Día era de San Antón,    
ese santo señalado,
cuando salen de Jaén    
cuatrocientos hijosdalgo
y de Úbeda y Baeza    
se salían otros tantos,
mozos deseosos de honra,    
y los más enamorados.
En brazos de sus amigas    
van todos juramentados
de no volver a Jaén    
sin dar moro en aguinaldo.
La seña que ellos llevaban    
es pendón rabo de gallo;
por capitán se lo llevan    
al obispo don Gonzalo.
Armado de todas armas    
en un caballo alazano,
todos se visten de verde    
el obispo azul y blanco.
Al castillo de la Guardia    
el obispo había llegado.
Sáleselo a recibir    
Mexía, el noble hidalgo:
—Por Dios te ruego, el obispo,    
que no pasedes el vado,
porque los moros son muchos,    
a la Guardia habían llegado;
muerto me han tres caballeros    
de que mucho me ha pesado:
el uno era tío mío,    
el otro mi primo hermano
y el otro es un pajecico    
de los míos más preciado.
—Demos la vuelta, señores,    
demos la vuelta a enterrallos:
haremos a Dios servicio,    
honraremos los cristianos.—
Ellos estando en aquesto,    
llegó don Diego de Haro:
—¡Adelante, caballeros,    
que me llevan el ganado!
Si de algún villano fuera,    
ya lo hubiérades quitado.
Empero alguno está aquí    
que le place de mi daño;
no cumple decir quién es,    
que es el del roquete blanco.—
El obispo que lo oyera,    
dio de espuelas al caballo;
el caballo era ligero,    
saltado había un vallado.
Mas al salir de una cuesta,    
a la asomada de un llano,
vido mucha adarga blanca,   
mucho albornoz colorado
y muchos hierros de lanzas,    
que relucían en el campo.
Metídose había por ellos    
como león denodado:
de tres batallas de moros    
la una ha desbaratado
mediante la buena ayuda    
que en los suyos ha hallado;
aunque algunos de ellos mueren,    
eterna fama han ganado.

lunes, 16 de enero de 2023

Lumbre

La lumbre de San Antón en la plaza de San Juan de Jaén, foto: Antonio Erena, 16.01.20
Fuego, anterior entrada del blog

En todas las huertas, cortijos, caserías y montes donde hay ganado u otros animales domésticos, se encienden fogatas al anochecer en la víspera de San Antón para que los libre de enfermedades y epidemias, y los haga más productivos. En San Antón, la gallina pon, dice el refrán.

Esta costumbre tradicional de las lumbres enlaza las pascuas de Navidad y Reyes con la Candelaria, que hasta San Antón, pascuas son, según el dicho popular.

También, dentro de la ciudad, en las plazuelas y en las encrucijadas de calles, ardían en la noche del 16 de enero, las lumbres de San Antón. Sus altas lenguas de fuego sobresalían por cima de los tejados. Las fachadas refulgían y los cristales de las ventanas, como espejos incandescentes, saltaban hechos añicos al calor de las hogueras. Nubes de chispas, de pavesas y cenizas sobrevolaban la ciudad, invadida de humaredas, de resplandores del fuego y del olor a leña quemada, a chamusquina.

Coincidían las lumbres de San Antón con la corta en el olivar, y los muchachos traían del campo cargas de ramón que al quemarse crepitaban con alegres chasquidos, mezclados con el de los cohetes rateros o buscapiés, y el triquitraque y sobresalto de los petardos que animaban la fiesta.

Lumbres de la Alcantarilla, del Rabalejo y San Juan; de la Magdalena y el Campillejo de Cambil; de la calle de los Romeros y de la plaza del Conde.


A la flor del romero,
romero verde,
el romero se seca,
ya no florece.

Y en torno a las lumbres, que atraían en la fría noche de enero, o cerca de ellas, con los rostros encendidos por las llamaradas, o en los patios de las casas antiguas y labradoras, la gente joven, jugando al corro o a la rueda, se obsequiaban con calabaza batatera, rosetas y mosto.

Los melenchones de Jaén, desenfadados, picantes e ingenuos tenían su tiempo típico desde San Antón a los carnavales. Sus letras eran populares, improvisadas, del día, e iban con la moda. Lola Torres recogió hasta sesenta letras y su música, antes de que se perdiesen por el olvido y el desuso:


Y sal a bailar salero,
salero sal a bailar,
que tiene usted para mí
la gracia de Dios salá…

Rafael Ortega y Sagrista, «Las lumbres de San Antón», en Escenas y costumbres de Jaén, Tomo I, IEG, 1977, pp. 79-80.

jueves, 12 de enero de 2023

Chico

Búho chico (Asio otus), acuarela de Antonio Ojea, fuente: Pinterest
La paz, la avispa, el taco, las vertientes,
el muerto, los decílitros, el búho,
los lugares, la tiña, los sarcófagos, el vaso, las morenas,
el desconocimiento, la olla, el monaguillo,
las gotas, el olvido,
la potestad, los primos, los arcángeles, la aguja,
los párrocos, el ébano, el desaire,
la parte, el tipo, el estupor, el alma...

Dúctil, azafranado, externo, nítido,
portátil, viejo, trece, ensangrentado,
fotografiadas, listas, tumefactas,
conexas, largas, encintadas, pérfidas...

Ardiendo, comparando,
viviendo, enfureciéndose,
golpeando, analizando, oyendo, estremeciéndose,
muriendo, sosteniéndose, situándose, llorando...

Después, éstos, aquí,
después, encima,
quizá, mientras, detrás, tanto, tan nunca,
debajo, acaso, lejos,
siempre, aquello, mañana, cuánto,
¡cuánto!...

Lo horrible, lo suntuario, lo lentísimo,
lo augusto, lo infructuoso,
lo aciago, lo crispante, lo mojado, lo fatal.
lo todo, lo purísimo, lo lóbrego,
lo acerbo, lo satánico, lo táctil, lo profundo...

César Vallejo, «La paz, la avispa, el taco, las vertientes», de Poemas humanos

martes, 10 de enero de 2023

Familias 3

Georges Vuitton (1857-1836), hijo de Louis Vuitton, con su esposa Josephine Patrelle y sus hijos Gaston-Louis (1883-1970) y los gemelos Pierre y Jean, c. 1900, Getty Images
Louis Vuitton, página web para España

jueves, 5 de enero de 2023

Santos Reyes

José Castelaro, La Noche de Reyes en la Puerta del Sol, 1839, Museo de Historia de Madrid
¡Qué es ver al fornido nieto
del héroe de Covadonga
con un cencerro en la mano,
con un hachón en la otra,
guiar a la turba multa
de carboneros y mozas
que por un chico de Arganda
formales juran y otorgan
que han visto a los Reyes Magos
en la Puerta de Segovia!
                                     (1856)

José Joaquín Villanueva, «Costumbres Madrileñas. La venida de los Reyes Magos»,
El Museo Universal, Año IV, Núm. 2, Madrid, 8 de enero de 1860, p. 14.

martes, 3 de enero de 2023

Calles 8

Calle de la Nave, Valencia, a la izquierda la Universidad y a la derecha el Colegio de Corpus Christi
Foto: Antonio Erena, 16.11.22

domingo, 1 de enero de 2023

¡Feliz 2023!

Imagen de la Carrera de las Empresas en el Paseo de la Castellana
Foto: EFE - Fernando Alvarado, El Confidencial, 31.12.22