miércoles, 28 de mayo de 2025

martes, 27 de mayo de 2025

Desolación 24

Paseo de la Constitución, Baeza, el pasado mes de enero, fuente diario Ideal, 17.01.25
En unos minutos y sin demasiado esfuerzo —los dos tenían experiencia en trabajos de construcción— talaron lo que había crecido con extrema lentitud durante dos siglos, al ritmo solemne de los procesos de la naturaleza, con la paciencia gradual con la que crecen y se edifican las obras más valiosas, las naturales y las humanas, los bosques y las catedrales, los arrecifes de coral, las ciudades crecidas orgánicamente sin que nadie las haya planificado, las formas civilizadas de convivencia.

En la bella Baeza, que forma con Úbeda un espejismo doble de clasicismo italiano en medio de los olivares de Jaén, un ayuntamiento regentado por bárbaros decretó hace unos meses la tala de los árboles enormes que daban sombra y vida al paseo de la Constitución. La tala no se hizo de noche ni fue anónima, y, sin embargo, los concejales arboricidas no corren el menor peligro de ser acusados ante un tribunal. Dejan desierto y pelado un paisaje que uno lleva viendo toda la vida y están talando al mismo tiempo este momento presente y el recuerdo.

Antonio Muñoz Molina, «Como el árbol talado» (fragmentos), El País24.05.25

* * *

Al día siguiente quedé con mi amiga para tomar café en el Bombay después de comer. Nos gustaba ese sitio en la calle Real, bajo la imponente torre de las campanas de la catedral, uno de los contados de la capital al que no había alcanzado la moda de los cristales biselados y las cerámicas estridentes. Así aprovechábamos para entrar al templo, sin que en cada ocasión dejara de sorprendernos la atmósfera mágica de sus perfectas proporciones, en especial las de su sacristía y sala capitular, dos de los espacios más elegantes de la arquitectura española. No mucho más restaba que ver en la muy noble y leal ciudad, ignorada por sus vecinos y arrasada con método por los alcaldes de sus últimos cien años. En este periodo se había destruido lo que se tardó dos mil años en moldear: habían caído iglesias, conventos, palacios, teatros, casas populares, calles y plazas enteras; hasta el ambiente era distinto, abandonados los barrios históricos y desplazada la gente del casco antiguo hasta las partes modernas, trazadas al azar, sembradas de bloques de pisos cada uno de una clase, sin orden ni concierto. Cuando algunas voces se alzaban, las de los aguafiestas de siempre, ya era demasiado tarde. Pero lo mismo había sucedido con la mayoría de las ciudades y los pueblos de la provincia, siempre en la cola de las estadísticas. No éramos genios de la conservación. Sólo las pocas que habían sabido proteger su patrimonio empezaban a gozar de los beneficios del turismo y de un prestigio que ya traspasaba las fronteras, después de la reciente declaración de dos de ellas, las más representativas, como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Antonio Erena Camacho, El secreto del escultor, Gráficas La Paz, Torredonjimeno, 2012, p. 52. 

domingo, 25 de mayo de 2025

Domingo de Jesús

Jesús Nazareno regresa a su iglesia de San Francisco, Domingo de Jesús, Priego de Córdoba, foto: Antonio Erena, 25.05.25
Almas piadosas, clamad
Con espíritu sereno:
Padre Jesús Nazareno,
Perdón, clemencia, piedad.
 
            Los honrados ascendientes
Que su nombre nos legaron,
A Jesús nos enseñaron
A venerar reverentes:
Y a fuer de buenos creyentes
Pedimos con humildad.
            Padre Jesús Nazareno,
Perdón, clemencia, piedad.
 
            Por eso le dedicamos
Plegarias, votos, ofrendas,
Que son auténticas prendas
De lo que en Él esperamos:
Por eso todos clamamos
En cualquier necesidad.
            Padre Jesús Nazareno,
Perdón, clemencia, piedad.
 
            Si cuando el Padre padece
Se compadecen sus hijos,
Pongamos los ojos fijos
En la imagen que aparece:
¿Quién no pena y aborrece
De sus culpas la maldad...?
            Padre Jesús Nazareno,
Perdón, clemencia, piedad.
 
            Almas devotas, clamad
Con espíritu sereno;
Padre Jesús Nazareno,
Perdón, clemencia, piedad.
 
            Las imágenes sagradas
Del Nazareno divino,
Están mostrando que vino
Tras de ovejas extraviadas:
En la cruz van figuradas
Que agobia a su Majestad.
            Padre Jesús Nazareno,
Perdón, clemencia, piedad.
 
            Llevaba de muy buen grado
Jesús en la cruz a cuestas,
Las consecuencias funestas
De nuestro enorme pecado:
Y habiéndolas Él cargado,
Nos perdonó la Deidad.
            Padre Jesús Nazareno,
Perdón, clemencia, piedad.
 
            Al que a Jesucristo siga
Con su propia cruz cargado,
Penitente y resignado
El peso se le mitiga:
Para que confíe y diga
(No obstante su indignidad.)
            Padre Jesús Nazareno,
Perdón, clemencia, piedad.
 
            El que tierno se mostrara
Con su dolorida Madre,
Muéstrasenos como Padre
Bajo la cruz en la cara:
Es la expresión viva y clara
De su entrañable bondad.
            Padre Jesús Nazareno,
Perdón, clemencia, piedad.
 
            Es tan noble y desprendido,
De entrañas tan generosas,
Que en las mujeres piadosas
Declinará su plañido:
No lloréis por mí afligidas
No: por vosotras llorad.
            Padre Jesús Nazareno,
Perdón, clemencia, piedad.
 
            ¡Quién fuera tan fervoroso
Como la dicha Verónica
De quien refiere la Crónica
Que limpió su rostro hermoso!
Y la imagen... ¡don precioso!
Mereció su caridad.
            Padre Jesús Nazareno,
Perdón, clemencia, piedad.

Carlos Valverde López, "Gozos a Nuestro Padre Jesús Nazareno" (de su Novena a Nuestro Padre Jesús Nazareno), en Enrique Alcalá Ortiz, Hablan del Nazareno de Priego (edición digital), Priego de Córdoba, 2005, pp. 163-165.

miércoles, 21 de mayo de 2025

Triples 36


De arriba a abajo: colegiata de Santa Cruz, Castañeda, Cantabria, foto: Javier Gago; ermita de Ntra. Sra. de la Anunciada, Urueña, Valladolid, foto: Ángel M. Felicísimo (Wikipedia); iglesia de Santa María, Santa Cruz de la Serós, Huesca, fuente: Pinchando el globo (página web)

viernes, 9 de mayo de 2025

Habemus papam

Gaviotas patiamarillas (Larus michahellis) con su cría en el tejado de la Capilla Sixtina justo antes de la fumata blanca que anunció ayer la elección del nuevo papa, fuente: El País (YouTube)

jueves, 8 de mayo de 2025

Parecidos razonables 38

El Greco, La Anunciación (c. 1576), Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid
Carmelo Palomino, Cristóbal en la fuente de Gangas (1986), Catálogo de la exposición "Carmelo Palomino en el Barrio Arco del Consuelo", Palacio de la Diputación, Jaén, 2025
Pavimento de la calle Pescadería, Jaén, foto: Antonio Erena, 07.05.25

miércoles, 7 de mayo de 2025

Argollas




Argollas de la fachada principal del palacio de los Pérez de Vargas Gormaz, Andújar (comienzos s. XVII, los sombreros de tres picos añadidos a raíz del Motín de Esquilache), fotos: Antonio Erena, 06.05.25

martes, 6 de mayo de 2025

Lecturas 24

Vista de Jabalcuz desde el sur, foto: Antonio Erena, 26.04.25

A fines de mes había, en todas partes, una espesa capa de nieve, pero luego vino el foehn[1] previsto, presentido por los pensionistas más sensibles. La señora Stoehr, lo mismo que la señorita Levy, la de color de marfil, y no menos que la viuda Hessenfeld, lo presintieron al mismo tiempo, antes de que apareciese la más pequeña nube por encima de la cúspide de la montaña de granito hacia el sur. La señora Hessenfeld se sintió también propensa a las lágrimas, la Levy se metió en la cama, y la señora Stoehr, mostrando con testarudez sus dientes de liebre, expresaba de hora en hora el temor supersticioso de un síncope, pues decía que el foehn los favorecía y provocaba.

Reinaba un calor increíble, la calefacción central fue apagada; durante la noche se dejaba abierta la puerta del balcón y, a pesar de todo esto, por la mañana el termómetro marcaba once grados en la habitación. La nieve se iba fundiendo como por encanto, se hizo traslúcida, porosa, se agujereó; los montones se iban derrumbando y parecían hundirse bajo tierra. Todo rezumaba, todo goteaba, todo se caía en la selva y en los terraplenes de los caminos; y en los campos, los pálidos tapices fueron desapareciendo. Durante los paseos por el valle se produjeron fenómenos extraños, sorpresas primaverales y espectáculos encantadores. Después de una extensión de prados se eleva el cono del Schwarzhorn, todavía cubierto de nieve, con el glaciar de la Scaletta, igualmente lleno de una nieve espesa. Los paseantes pudieron contemplar, por todas partes, una capa de nieve de diferente espesor. A lo lejos, hacia las vertientes cubiertas de bosques, era más espesa, pero en las cercanías, la hierba invernal seca y sin color, estaba tan sólo florecida con ella. Al contemplarla de más cerca se inclinaron, sorprendidos. No era nieve, eran flores, de nieve, una nieve de flores, pequeños cálices, cortos tallos blancos, de un blanco azulado; eran azafranes que habían crecido a millones en el prado donde se infiltraba el agua, y en tal cantidad que se les confundía con la nieve, en la cual se perdían, en efecto, a lo lejos, sin transición.

Se mofaron de su equivocación, rieron de alegría ante aquel milagro que se había realizado ante sus ojos, de aquella adaptación graciosa, tímida, de la vida orgánica, que se atrevía de nuevo a surgir. Cogieron flores, examinaron y consideraron las formas delicadas de los cálices, las prendieron del ojal, se las llevaron a casa, y las pusieron formando ramos en los búcaros de sus habitaciones, pues la rigidez inorgánica del valle había durado mucho tiempo, a pesar de que había parecido corto.

Pero la nieve de flores fue cubierta por la verdadera nieve, y pasó lo mismo con las soldanelas azules y las prímulas amarillas y rojas que siguieron. La primavera se abría camino con mucho trabajo, para triunfar del invierno. Diez veces había sido rechazada antes de que pudiese apoderarse de esas alturas hasta la próxima irrupción del invierno, con sus tempestades blancas, el viento helado y la calefacción central.

A principios de mayo —pues mientras nosotros vamos desarrollando la narración ha llegado ya el mes de mayo— era una verdadera tortura escribir en el balcón aunque no fuese más que una tarjeta postal, pues una verdadera humedad de noviembre envaraba los dedos, y los pocos árboles de la región que no eran de hoja perenne estaban desnudos como los árboles de las llanuras en enero. Durante días enteros cayó la lluvia, persistió durante una semana, y, sin las virtudes sedantes de la chaiselongue[2], hubiera sido extraordinariamente duro pasarse horas enteras al aire libre, envueltos en un vapor de nubes, con la cara húmeda y la piel rígida. Pero en realidad, se trataba de una lluvia de primavera, y cuanto más duraba más se revelaba como tal. Casi toda la nieve se fundía bajo esa lluvia. Ya no se veía blanco, todo lo más un gris helado y sucio, y los prados comenzaban a reverdecer.

¡Qué cosa más dulce para la mirada aquel verde de los pastos después del blanco infinito! Había, además, otro verde que sobrepasaba en delicadeza y en graciosa blandura al verde de la hierba nueva. Eran los haces de agujas de los alerces. Hans Castorp, en sus paseos reglamentarios, no dejaba de acariciarlos con la mano y de rozar contra ellos su mejilla, pues eran irresistiblemente acariciadores con su frescura y su delicadeza.

—Dan ganas de hacerse botánico —dijo el joven a su compañero—; uno se siente tentado por esa ciencia solamente por el placer que se experimenta en ese despertar de la naturaleza, después del invierno pasado en estas regiones. Eso que ves al final de la vertiente es genciana y eso es una familia de las ranunculáceas, según creo bisexuales. Mira, aquí hay un grupo de estambres y algunos ovarios, un androceo y un gineceo, según creo recordar. Me parece que acabaré comprándome libros de botánica para instruirme un poco mejor en esa región de la vida y de la ciencia. ¡Qué policroma se vuelve de pronto la vida!

—Será mucho más bello en junio —anunció Joachim—. La flora de esos prados es célebre. Pero me parece que no esperaré. ¿Es debido a la influencia de Krokovski ese deseo tuyo de estudiar botánica?

Thomas Mann, La montaña mágica, Capítulo VI, Cambios (fragmento), Fundación Carlos Slim, México, págs. 358-360.


[1] Literalmente, «secador» (nota del autor del blog).

[2] Tumbona (ídem).

lunes, 5 de mayo de 2025