jueves, 28 de noviembre de 2024

miércoles, 27 de noviembre de 2024

Obituarios 64

De arriba a abajo, David Zucker, Jerry Zucker y Jim Abrahams (Shorewood, 10.05.1944 - Santa Mónica, 26.11.2024) en Inglaterra el 22.06.86, fuente: Milwaukee Journal Sentinel (diario web)
Triples (+ 1) 8, anterior entrada del blog

martes, 26 de noviembre de 2024

lunes, 25 de noviembre de 2024

Excéntricos 35

Felicidad Blanc (Madrid, 03.02.1913 - San Sebastián, 30.10.1990) en la finca familiar de Castrillo de las Piedras, León, fuente: El Mundo, 19.09.24
Felicidad Blanc en el parque del Retiro, Madrid, foto: José Sánchez Martínez, 31.12.1976, Archivo ABC
Ayer y hoy 37 - Casas 23 (anterior entrada del blog)
Aficiones 20 (anterior entrada del blog)
Elección (anterior entrada del blog)

Mi siglo fue el XIX, todavía en mi niñez se percibía su resplandor, quizás en el sonido de los cascos de los caballos o en la música triste de aquel ciego que tocaba el violín en la esquina de la calle. Por eso en mi vida todo fue un continuo volver hacia atrás, un temor de crecer, te alejarse de aquello. «Ahora voy a estudiar, pero luego soñaré un rato»: esta facilidad para el ensueño me acompañaría siempre. Me salvaría a veces.
En los años de la guerra me refugié en la literatura, convertí en héroes a los que habían escrito aquellos libros y los busqué después como el último refugio. De muy cerca viví lo que ellos eran y, salvo raras excepciones, sólo encontré desilusión.
Pero el siglo XX con su mecánica, la pasión por el dinero, la muerte de tantos ideales, me hizo comprender que nada de lo que yo era o de lo que soy tenía ya valor.
Ahora que las conversaciones se apagan y que la rapidez en aumento nos arrasa a todos, recuerdo mis ensueños de adolescente, las horas brillantes en que todo parecía tan fácil de alcanzar.
Felicidad Blanc, Espejo de sombras, Librería Editorial Argos, 1977, p. 245.

jueves, 21 de noviembre de 2024

Lecturas 21

Vicente Blasco Ibáñez, Cañas y barro, ed. Prometeo, Valencia, 1902, fuente: Iberlibro

Habían entrado en el lago, en la parte de la Albufera obstruida de carrizales e islas, donde había que navegar con cierto cuidado. El horizonte se ensanchaba. A un lado, la línea oscura y ondulada de los pinos de la Dehesa, que separa la Albufera del mar; la selva casi virgen, que se extiende leguas y leguas, donde pastan los toros feroces y viven en la sombra los grandes reptiles, que muy pocos ven, pero de los que se habla con terror durante las veladas. Al lado opuesto, la inmensa llanura de los arrozales perdiéndose en el horizonte por la parte de Sollana y Sueca, confundiéndose con las lejanas montañas. Al frente, los carrizales e isletas que ocultaban el lago libre, y por entre los cuales deslizábase la barca, hundiendo con la proa las plantas acuáticas, rozando su vela con las cañas que avanzaban de las orillas. Marañas de hierbas oscuras gelatinosas como viscosos tentáculos subían hasta la superficie, enredándose en la percha del barquero, y la vista sondeaba inútilmente la vegetación sombría e infecta, en cuyo seno pululaban las bestias del barro. Todos los ojos expresaban el mismo pensamiento: el que cayera allí, difícilmente saldría.

Vicente Blasco Ibáñez, Cañas y barro, ed. cit., p. 14.

miércoles, 20 de noviembre de 2024

Mondo brutto 28

Croqueta de Higuera (Embutidos Bujalance, S. L.), foto: Antonio Erena, 20.11.24
Noche del sábado, 8 de julio de 2023. Una tienda de Mercadona en Albacete acaba de cerrar al público y sus trabajadores recogen el establecimiento. Uno de ellos se dirige a la sección de “listos para comer”, donde durante el día se comercializa comida ya preparada para su consumo inmediato. Allí, una compañera recoge los sobrantes y los deposita en un carro destinado a tirarlos a la basura. El trabajador en cuestión coge una croqueta de un blíster y se la come.

El lunes siguiente, día 10, este empleado reconoce ante la coordinadora de la tienda, de forma voluntaria, que había ingerido una croqueta sin pagarla. Esta le recuerda que la empresa prohíbe consumir productos del establecimiento sin previo pago, aunque se vayan a tirar a la basura. Ese mismo día, Mercadona le comunica el despido por causas disciplinarias al considerar el hecho una falta “muy grave”, según su convenio colectivo. El empleado llevaba 16 años en la empresa y tenía categoría de gerente A tramo 5, con un sueldo de 2.058 euros mensuales. El finiquito fue de 944,38 euros.

El 15 de octubre pasado, la sala de lo social Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Castilla-La Mancha sentenció que se trató de un despido improcedente. Esta rechazó el recurso de Mercadona a la decisión del juzgado de primera instancia, que se pronunció en ese mismo sentido. El TSJ establece que la conducta imputada el trabajador no puede ser constitutiva de una falta muy grave, y sí merecedora de una multa. Pero, “en modo alguno”, la ingestión de una croqueta que se iba a tirar a la basura puede provocar “la sanción más grave del mundo laboral como es el despido del trabajador”. Confirma que la empresa debe readmitir al empleado o, en su defecto, indemnizarle con cerca de 40.000 euros, aunque ante su decisión cabe recurso de casación ante el Tribunal Supremo. A pregunta de este periódico, la empresa confirma que no lo ha interpuesto y que pagará la indemnización.

Para llegar a esa conclusión, la sala desgrana los distintos pasos que empleado y empresa dieron para el despido del primero. Mercadona justifica que este era conocedor de que tenía prohibido consumir productos del establecimiento sin pagarlos previamente. Ahí estriba el motivo del despido. La empresa acusa a su trabajador de haber comido un blíster entero de croquetas, cuyo precio era de 4,20 euros, lo que supone un “fraude, deslealtad o abuso de confianza”, y un “robo, hurto o malversación” a la empresa, lo que implica una falta muy grave según el convenio vigente a fecha de los hechos. También invoca el artículo 54.2 d) del Estatuto de los Trabajadores, que habla de “la transgresión de la buena fe contractual, así como el abuso de confianza en el desempeño del trabajo”, para justificar el despido disciplinario.

Buen comportamiento

Por su parte, el trabajador defiende que no se ha vulnerado esa buena fe, en tanto que su conducta a lo largo de 16 años siempre fue correcta y que tenía “una alta valoración por la empresa”. Reconoce que conocía todas las normas de la misma, pero que su vulneración esporádica no podía constituir su despido por su buen comportamiento. Además, apunta a que la empresa no le respetó su derecho de defensa, y que en ningún momento ocultó el hecho.

La sentencia recoge que dos testigos confirman que el empleado comió una croqueta, y no un blíster completo, como decía la empresa. Esto, según la sala, “es un importante matiz”, al igual que se tratase de un alimento situado “en el carro de productos destinados a rotura o basura”. En paralelo, otros empleados reconocen que también habían consumido de forma esporádica estos productos, sin que hubiese habido consecuencias disciplinarias más allá de alguna advertencia.

El juzgado sentencia que la conducta del empleado no puede considerarse fraudulenta, desleal o suponer un abuso de confianza. Tampoco que la ingestión de la croqueta sea equiparable a un robo, hurto o malversación, ya que la misma “no tiene ningún valor de mercado, ni siquiera ínfimo, pues la misma destinada a basura no podía ser puesta en venta al público”. Además, el hecho de que fuese una, y no un blíster entero, no es baladí. La sentencia recoge que el convenio habla de “apropiación indebida de productos”, en plural, y al ser solo una croqueta, “no concurre una apropiación indebida”.

“El hecho es más simple: el demandante el 8 de julio a las 22 horas consume una croqueta del blíster destinado a basura, sin ocultación alguna, reconociendo tal hecho cuando es preguntado, siendo un hecho excepcional, puntual y esporádico, y conociendo la orden e instrucción de la empresa de su prohibición lo que a criterio de esta juzgadora constituye una falta grave del art. 33 B) 4″ del convenio de Mercadona. Es decir, una desobediencia que facultaría a Mercadona a sancionar a su empleado, pero no a despedirle, según el tribunal.

Javier García Ropero, «Despedido de Mercadona por comerse una croqueta: la justicia sentencia que es improcedente», El País, 18.11.24

martes, 19 de noviembre de 2024

Otoño 8

Tréboles (Oxalis corniculata L.), foto: Antonio Erena, 15.11.24
Así que habrá que retirarse a la trastienda, apagar la radio, apagar el televisor, o dejar a las niñas que vean sus dibujos, acogerse al silencio, salir al campo en la mañana de noviembre, examinar con sosiego de botánico los vuelos de los últimos abejorros sobre las corolas desbaratadas y carnales de las últimas dalias, leerles un cuento a las niñas, o asistirlas en su propia lectura paciente, leer a Montaigne, o a su pariente espiritual Miguel de Cervantes, mandar dinero a la Cruz Roja de Valencia; y también dejar la trastienda y salir a manifestarse por el aire limpio, la vivienda digna, las ciudades no colonizadas por especuladores ni turistas, la educación pública crítica y humanista para todos, la sanidad universal a salvo de los mercaderes, el mundo habitable y justo en el que ojalá vivan esas niñas cuando sean mujeres adultas y nosotros ya no estemos.

Antonio Muñoz Molina, «Tareas de trastienda» (fragmento), El País, 16.11.24

lunes, 18 de noviembre de 2024

Entierro

Juan Rodríguez Jaldón, El entierro (1941), Ayuntamiento de Carmona, foto: Jl FilpoC, Wikimedia Commons
En el pueblo había muchas cofradías, especialmente de Semana Santa, y cada una de ellas tenía sus correspondientes insignias de gallardetes y banderas.

Era derecho, adquirido en vida por el cofrade difunto, que las insignias asistieran a su entierro. Estas insignias iban precediendo la procesión funeral hasta la iglesia parroquial.

Se había introducido, con el tiempo, una corruptela, y es que se alquilaban tales insignias aun cuando el difunto no había sido cofrade. La módica cantidad que se cobraba por este alquiler iba a ingresar los fondos de la cofradía para atender sus gastos específicos.

Las insignias cofradieras eran portadas en el entierro generalmente por ancianos necesitados o tarados físicamente, a los que se les gratificaba con cierta cantidad de dinero, mayor o menor, según fuera el entierro a la iglesia parroquial, al límite de la población —llamado «las cuatro esquinas»— o al cementerio. Esto en muy pocos casos.

Este desfile de hombres ancianos o tarados, mal trajeados, portando estandartes o gallardetes, era una cosa deplorable que ha sido saludablemente suprimida en estos últimos años.

 Juan Montijano Chica, Historia de la Ibérica Tosiria. La actual Torredonjimeno, Madrid, 1983, págs. 253-254.

jueves, 14 de noviembre de 2024

miércoles, 13 de noviembre de 2024

Otoño 7 - Calles 13

Calle Rabadán, Torredonjimeno, foto: Antonio Erena, 13.11.24
Llueve. Hay silencio, porque la misma lluvia
no hace ruido sino con sosiego.
Llueve. El cielo duerme. Cuando el alma es viuda
de lo que no sabe, el sentimiento es ciego.
Llueve. Mi ser (quien soy) reniego...
 
Tan tranquila es la lluvia que se suelta en el aire
(ni parece de nubes) que parece
que no es lluvia, sino un susurrar
que de sí mismo, al susurrar, se olvida.
Llueve. Nada apetece...
 
No pasa viento, no hay cielo que yo sienta.
Llueve lejana e indistintamente,
como una cosa cierta que nos mienta,
como un gran deseo que nos miente.
Llueve. Nada en mí siente...
 
Fernando Pessoa, 
«Chove. Há silêncio, porque a mesma chuva», en Poesias, Ática, Lisboa 1942 (15ª ed. 1995), p. 188 (trad. Antonio Erena).

martes, 12 de noviembre de 2024

Estilema

Atardecer desde la logia de la catedral de Jaén, detalle del fuste de una de las columnas de la arquería con los baquetones alternados en altura, característicos de Andrés de Vandelvira, foto: Antonio Erena, 07.11.24

lunes, 11 de noviembre de 2024

Otoño 6 - Gastromanía 46

Membrillos, foto: Antonio Erena, 08.11.24
Es de color amarillo, como si llevase una túnica de narcisos, y huele como el almizcle de penetrante aroma.

Tiene el perfume de la amada y su misma dureza de corazón; pero tiene el color del amante apasionado y macilento.

Su palidez es un préstamo de mi palidez; su olor es el aliento de mi amiga.

Cuando se irguió fragante en la rama y las hojas le habían tejido manos de brocado,

extendí mi mano suavemente para cogerlo y colocarlo como pebetero en el centro de mi sala.

Tenía un vestido de pelusa cenicienta que revoloteaba sobre su liso cuerpo de oro.

Y cuando quedó desnudo en mi mano, sin más que su camisa de color narciso,

me hizo recordar a quien no puedo decir, y el ardor de mi aliento lo marchitó entre mis dedos.

Yaáfar al-Mushafi (siglo X), «El membrillo», en La cocina de al-Andalus, Inés Eléxpuru, Alianza Editorial. Madrid 1994.

jueves, 7 de noviembre de 2024

miércoles, 6 de noviembre de 2024

Gemela

Lápida romana de Cassia Montanilla, monasterio de Ntra. Sra. de la Piedad, Torredonjimeno, foto: Antonio Erena, 06.11.24

CASSIAE. A. F. MONTANILLAE

COLONIA  AVG. GEM.

DECRETO DECVRION.

    [Sac.] Esta Señor Cura, es la piedra que yá he dicho, que tenía reservada, para en llegando este caso; porque con ella se cierra, y corona el edificio á toda perfección, sirviendo en su frontispicio, ó fachada principal, como un Escudo de Armas, que indica sus excelencias y sus más antiguos timbres: Pues se halla en Torreximeno diciendo publicamente, que tuvo esta ilustre Villa, no menos que la de Martos, los honores de Colonia, con su renombre Augusta, y dictado de Gemela: que es la prueba mas fuerte y eficaz, que se puede apetecer, de que las dos hacian una en tiempo de los Romanos, de lo que se originó el plural Tucci Tuccorum, con que los mismos Romanos la nombraban en su lengua, y que quando le añadieron la excelencia de Colonia, le dieron el dictado de Gemela, para expresar la hermandad con que hallaron las dos Villas, en cuya atención hicieron la Colonia de las dos, aunque están algo distantes materialmente entre sí, que es puntualmente todo el concepto de mi idéa: por lo que yá me parece que la tengo concluida, y sin que le falte cosa de quantas el arte pide, desde el cimiento al remate.

    Cur. No hay duda que lo estaria con esa ultima piedra, que pretende ponerle por remate, si le hubiera hecho las informaciones de no ser advenediza, sino original y propria del mismo Torreximeno; o que se halló en sitio fixo, que quite toda sospecha de que pudo ser llevada del mismo pueblo de Martos, quando se fundó el convento. Lo que es muy verisimil sucediese; yá porque no era difícil, atenta la inmediación que tienen los dos pueblos entre sí; y yá por la certeza que tenemos de que la Villa de Martos obtuvo los honores de Colonia con los renombres de Augusta Gemela, que son los que se ven en dicha Lapida; por lo que es muy verosimil que la lleváran de ella. Si esto sucedió así, como es de sospechar que sucedió, queda descoronillada enteramente su Obra; pues se le cae esa piedra sin poderse tener en su lugar.

Fray Alejandro del Barco, Las colonias gemelas, Imprenta de Blas Román, Madrid, 1788, ed. facsímil, Gráficas la Paz, Torredonjimeno, 1982, págs. 223 y 224.

martes, 5 de noviembre de 2024

Triples 34

Fernando Cebrián (Bilbao, 15.05.1929 - Madrid, 30.01.2009)
Fernando Guillén (Barcelona, 29.11.1931​​​-Madrid, 17.01.2013)
Fernando Hilbeck (Madrid, 07.07.1933 - 18.04.2009)

sábado, 2 de noviembre de 2024

Memento mori

Taller de los Raxis, Angelito con máscara de calavera (Memento mori), retablo Mayor, iglesia de la Asunción, Priego de Córdoba, fuente: El Día de Córdoba (diario online), 31.10.22
¿Cuándo vendrá la muerte? No sabemos.
¿El cómo y el lugar? Ni en conjetura.
¿El detener su curso? ¡Qué locura!
Sólo es cierto y de fe que fallecemos.

Pues, ¿cómo la amenaza no tememos
del criador de toda criatura?
Deseche la maldad nuestra cordura
y el viaje del alma preparemos.

La muerte, aunque parece que se esconde,
cada momento nos está acechando;
dejémosla que siga y que nos ronde.

Ella va y viene, y nos está esperando,
y ya que nos oculta cómo y dónde,
estemos prontos para siempre y cuándo.

Diego de Torres Villarroel, ¿Cuándo vendrá la muerte?