martes, 27 de febrero de 2018

sábado, 24 de febrero de 2018

Fotogramas 76

Quo Vadis, Mervyn LeRoy, 1951
Quo Vadis, monólogo de Nerón: las tribulaciones del verdadero artista (VO)
Quo Vadis, Nerón canta en la sobremesa (VO)

Foeda est in coitu et brevis voluptas
et taedet Veneris statim peractae.
No ergo ut pecudes libidinosae
caeci protinus irruamus illuc
(nam languescit amor peritque flamma);
sed sic, sic sine fine feriati
et tecum iaceamus osculantes.
Hic nullus labor est ruborque nullos:
hoc iuvit, iuvat et diu iuvabit;
hoc non deficit et incipitque semper.

Basto en el coito y breve el placer;
Venus hastía, una vez consumada.
No, pues, como bestias libidinosas,
ciegos, derecho allí nos arrojaremos
(pues Amor desmaya y su llama muere),
mas así, así, sin forzados solazados,
y contigo, besándonos yazgamos.
En esto no hay fatiga, no hay vergüenza:
esto agradó, agrada, agradará:
esto no decae, y comienza siempre.

Petronio, Foeda est in coitu, incluido en Fragmentos y poemas,
ed. y trad. de Roberto Heredia Correa

miércoles, 21 de febrero de 2018

Exilios 4

La cabeza de Góngora de Mateo Inurria, en la exposición Góngora, la estrella inextinguible en Córdoba
Foto: Madero Cubero
Última hora de Anna Gabriel, Puigdemont y Catalunya, en directo, La Vanguardia

El Conde mi señor se fue a Napoles;
el Duque mi señor se fue a Francía;
príncipes, buen viaje, que este día
pesadumbre daré a unos caracoles.

Como sobran tan doctos españoles,
a ninguno ofrecí la Musa mía;
a un pobre albergue sí, de Andalucía,
que ha resistido a grandes, digo Soles.

Con pocos libros libres (libres digo
de expurgaciones) paso y me paseo,
ya que el tiempo me pasa como higo.

No espero en mi verdad lo que no creo:
espero en mi conciencia lo que digo,
mi salvación, que es lo que más deseo.

Luis de Góngora, En la partida del conde de Lemus
y del duque de Feria a Nápoles y a Francia

miércoles, 14 de febrero de 2018

Soliloquio

Moretto da Brescia, Cristo en el desierto (Christ in the Wilderness), Metropolitan Museum of Art
Pero logro acercarme
a la ciudad Corvina, al campo
que llamaron muladar, al paraje
que llamaban también bastión
y algunos el baluarte, estoy cerca,
mas el cansancio
(ahora siempre este cansancio)
dobla mis piernas de alambre
y caigo de bruces al suelo,
sobre la tierra de miga, removida
por el paso de las bestias,
la tierra que tiene olor,
el olor que llevan los muertos.
Aquí me encuentro muy bien, un acomodo
no sé aún si definitivo, una tumba
al aire abierto, despejada, ofrecida
a la voracidad incansable,
al pico tenaz, a la argucia
de alas, plumas, garras
de esas aves a las que tanto quise
y que en este momento
vería volar
en amplios y elegantes círculos
si no me hallara
bajo esta luz deslumbradora,
si no fuera el fiel remedo
de aquel ciego,
Pablo Bernal,
mendigando tabaco
en la plaza de Corvina.
¿No seré yo ese invidente?

Francisco Ferrer Lerín, Ciudad Corvina, III

martes, 13 de febrero de 2018

Aficiones 12

Bernardo Strozzi, Vieja ante el espejo, Museo Pushkin, Moscú
"¿Qué le pasa en la nariz a Melanie Griffith?", El País

De quince a veinte es niña; buena moza
de veinte a veinticinco, y por la cuenta
gentil mujer de veinticinco a treinta.
¡Dichoso aquel que en tal edad la goza!

De treinta a treinta y cinco no alboroza;
mas puédese comer con sal pimienta;
pero de treinta y cinco hasta cuarenta
anda en vísperas ya de una coroza.

A los cuarenta y cinco es bachillera,
ganguea, pide y juega del vocablo;
cumplidos los cincuenta, da en santera,

y a los cincuenta y cinco echa el retablo.
Niña, moza, mujer, vieja, hechicera,
bruja y santera, se la lleva el diablo.

Quevedo, A la edad de las mujeres

lunes, 12 de febrero de 2018

Aniversarios 29

A la izq., el escultor Francisco Palma Burgos (12.02.1918-31.12.1985), junto al modelo en barro del Cristo de la Sangre de Málaga en presencia del hermano mayor José Salinas, a finales de 1940, fuente: Diario Sur (archivo de la Archicofradía de la Sangre)
Blog dedicado a Palma Burgos

miércoles, 7 de febrero de 2018

Invierno 1

Nevando en Martos el pasado 6 de enero
Fuente: horajaen.com
Traten otros del gobierno
del mundo y sus monarquías,
mientras gobiernan mis días
mantequillas y pan tierno;
y las mañanas de invierno
naranjada y aguardiente,
y ríase la gente.

Coma en dorada vajilla
el Príncipe mil cuidados,
como píldoras dorados;
que yo en mi pobre mesilla
quiero más una morcilla
que en el asador reviente,
y ríase la gente.

Cuando cubra las montañas
de blanca nieve el enero,
tenga yo lleno el brasero
de bellotas y castañas,
y quien las dulces patrañas
del Rey que rabió me cuente,
y ríase la gente.

Busque muy en hora buena
el mercader nuevos soles,
yo conchas y caracoles
entre la menuda arena,
escuchando a Filomena
sobre el chopo de la fuente,
y ríase la gente.

Pase a medianoche el mar
y arda en amorosa llama
Leandro por ver su dama,
que yo más quiero pasar
del golfo de mi lagar
la blanca o roja corriente,
y ríase la gente.

Pues Amor es tan cruel
que de Píramo y su amada
hace tálamo una espada,
do se juntan ella y él,
sea mi Tisbe un pastel
y la espada sea mi diente,
y ríase la gente.

                                                       Luis de Góngora, Ándeme yo caliente 
                                        y ríase la gente, Letrillas, 7

martes, 6 de febrero de 2018

Casas 8

Venta de la Inés o del Alcalde y su actual propietario Felipe Ferreiro, Almodóvar del Campo, Ciudad Real
Fuente: lacomarcadepuertollano.com
El octogenario Felipe y su hija dependiente vencen al 'poderoso' terrateniente, Periódico CLM

En la venta del Molinillo, que está puesta en los fines de los famosos campos de Alcudia, como vamos de Castilla a la Andalucía, un día de los calurosos del verano, se hallaron en ella acaso dos muchachos de hasta edad de catorce a quince años: el uno ni el otro no pasaban de diez y siete; ambos de buena gracia, pero muy descosidos, rotos y maltratados; capa, no la tenían; los calzones eran de lienzo y las medias de carne. Bien es verdad que lo enmendaban los zapatos, porque los del uno eran alpargates, tan traídos como llevados, y los del otro picados y sin suelas, de manera que más le servían de cormas que de zapatos. Traía el uno montera verde de cazador, el otro un sombrero sin toquilla, bajo de copa y ancho de falda. A la espalda y ceñida por los pechos, traía el uno una camisa de color de camuza, encerrada y recogida toda en una manga; el otro venía escueto y sin alforjas, puesto que en el seno se le parecía un gran bulto, que, a lo que después pareció, era un cuello de los que llaman valones, almidonado con grasa, y tan deshilado de roto, que todo parecía hilachas. Venían en él envueltos y guardados unos naipes de figura ovada, porque de ejercitarlos se les habían gastado las puntas, y porque durasen más se las cercenaron y los dejaron de aquel talle. Estaban los dos quemados del sol, las uñas caireladas y las manos no muy limpias; el uno tenía una media espada, y el otro un cuchillo de cachas amarillas, que los suelen llamar vaqueros.

Saliéronse los dos a sestear en un portal, o cobertizo, que delante de la venta se hace; y, sentándose frontero el uno del otro, el que parecía de más edad dijo al más pequeño:

-¿De qué tierra es vuesa merced, señor gentilhombre, y para adónde bueno camina?

-Mi tierra, señor caballero -respondió el preguntado-, no la sé, ni para dónde camino, tampoco.

-Pues en verdad -dijo el mayor- que no parece vuesa merced del cielo, y que éste no es lugar para hacer su asiento en él; que por fuerza se ha de pasar adelante.

-Así es -respondió el mediano-, pero yo he dicho verdad en lo que he dicho, porque mi tierra no es mía, pues no tengo en ella más de un padre que no me tiene por hijo y una madrastra que me trata como alnado; el camino que llevo es a la ventura, y allí le daría fin donde hallase quien me diese lo necesario para pasar esta miserable vida.

Cervantes, Rinconete y Cortadillo (comienzo)